Seguir el modelo o el modelo a seguir
¿Tienen nuestros guías, líderes, dirigentes, autoridades, conciencia de su rol modelador?
ROSARIO ANZOLA | EL UNIVERSAL
jueves 29 de enero de 2015 12:00 AM
Lo he vivido, no me lo han contado. Quiero compartir con los lectores una parte de mi pequeña crónica personal para exponer algo que me preocupa profundamente y que constituye también una luz de alerta en nuestra sociedad: la responsabilidad del modelaje que tienen padres, maestros, profesores, directores de instituciones, dirigentes religiosos, políticos y culturales, es decir, todo aquel que funge como líder de grupo.
Los patrones de una familia se establecen desde muy temprano y dependen de lo que los padres muestren a sus hijos. Por ejemplo: si los miembros de una familia suelen manifestar su afecto con abrazos, pues sus integrantes harán de los abrazos algo cotidiano y espontáneo.
Si por el contrario, en una familia la comunicación se realiza a través de gritos y aspavientos, pues sus miembros responderán así en cualquier medio en donde les corresponda desenvolverse.
Sucede igual en el ámbito de la educación formal, donde la pauta del trato que proporcionan los docentes -y por supuesto sus directivos- marca el ritmo de los alumnos. De esta manera no solo se aprende matemáticas, o lengua, o biología, sino que se aprende a percibir las cosas, a interpretarlas y a expresarlas de una determinada manera. Actitudes y comportamientos surgen condicionados por ese espejo que son los modeladores. Cuando me inicié como profesora, el director del liceo era sumamente conservador y su influencia era evidente en los jefes de departamento, quienes copiaban los ademanes y el lenguaje del director; mi mayor sorpresa fue comprobar que incluso los muchachos del centro de estudiantes también seguían este mismo patrón.
Desde muy joven he estado vinculada al medio cultural, donde he comprobado un esquema en la manera de vestirse, conducirse y expresarse, más allá de la imprescindible libertad que este medio requiere como oxígeno vital. En una ocasión, alguien muy cercano a mí me preguntó entre sorna y broma: "¿Por qué casi todos los poetas, los músicos, los teatreros y los intelectualoides andan siempre tan escachalandrados?". Yo le respondí: porque sencillamente se comparten modelos, maneras, pertenencias.
Pero vamos a las organizaciones. En mi desempeño profesional he ejercido cargos corporativos e institucionales en perfecta combinación con mi mundo de la literatura y la música. Esto me ha permitido percibir el amplio espectro emocional de la relación líder (autoridad) y subalternos: Jefe formal, equipo formal. Jefe bonchón, equipo bonchón. Jefe de corbata verde, equipo de corbata verde. Jefe de bluejean, equipo de bluejean.
En el medio político los patrones de imitación alcanzan posturas increíbles. Hay una manera de mover las manos, una gestualidad corporal, un tono en el discurso, un acento en los silencios y una actitud que define las formas (y el fondo) tanto que, en nuestro país, podemos hablar de un estilo adeco, de otro copeyano, de otro masista, de otro izquierdista, de otro chavista y así y así y así. En la confluencia de mi formación democrática he aprendido estos dialectos y con solo observar a una persona puedo entender los códigos de su idioma.
Aquí quería llegar... Desde los tiempos más remotos, los grupos humanos han experimentado la necesidad de guías y el impulso de sentirse pertenecientes a un colectivo. Ambas cosas proporcionan un sentido de seguridad. En unos casos los guías o líderes o autoridades, como quiera llamárseles, poseen (de nacimiento) un carisma seductor (eso que García Lorca denomina el duende), aptitud que los convierte en flautistas de Hamelin cualquiera que sea el río a atravesar. En otros casos y valiéndose de las herramientas de la psicología de masas, el guía o líder o autoridad, se construye siguiendo lineamientos perfectamente estudiados y -a veces- planificados para manipular audiencias.
Ahora bien, ¿tienen nuestros guías, líderes, dirigentes, autoridades, conciencia de su rol modelador? En un país donde se habla constantemente de la "pérdida de valores" es imperante revisar, en todos los ámbitos, los estilos que están moldeando nuestra sociedad. Es ese el valor primordial: la responsabilidad de conciencia sobre el impacto de las palabras, las frases, los discursos, las actitudes, sobre quienes se tiene influencia.
En la dinámica social los valores del modelaje se comparten entre el modelador, el modelo y los modelados. Hay una corresponsabilidad en todos y cada uno de estos actores, así que nadie debería seguir a un líder o dirigente sin antes revisar sus criterios. El modelaje se retroalimenta con fuerzas horizontales y si sumamos las fuerzas de esta actitud constructiva dirigida al bien común, nuestros guías, líderes o dirigentes tendrán más claro cuál es su camino. Sus causas y consecuencias serán juzgadas por las generaciones futuras, por la historia, por el mundo.
raconvivarte@gmail.com
Los patrones de una familia se establecen desde muy temprano y dependen de lo que los padres muestren a sus hijos. Por ejemplo: si los miembros de una familia suelen manifestar su afecto con abrazos, pues sus integrantes harán de los abrazos algo cotidiano y espontáneo.
Si por el contrario, en una familia la comunicación se realiza a través de gritos y aspavientos, pues sus miembros responderán así en cualquier medio en donde les corresponda desenvolverse.
Sucede igual en el ámbito de la educación formal, donde la pauta del trato que proporcionan los docentes -y por supuesto sus directivos- marca el ritmo de los alumnos. De esta manera no solo se aprende matemáticas, o lengua, o biología, sino que se aprende a percibir las cosas, a interpretarlas y a expresarlas de una determinada manera. Actitudes y comportamientos surgen condicionados por ese espejo que son los modeladores. Cuando me inicié como profesora, el director del liceo era sumamente conservador y su influencia era evidente en los jefes de departamento, quienes copiaban los ademanes y el lenguaje del director; mi mayor sorpresa fue comprobar que incluso los muchachos del centro de estudiantes también seguían este mismo patrón.
Desde muy joven he estado vinculada al medio cultural, donde he comprobado un esquema en la manera de vestirse, conducirse y expresarse, más allá de la imprescindible libertad que este medio requiere como oxígeno vital. En una ocasión, alguien muy cercano a mí me preguntó entre sorna y broma: "¿Por qué casi todos los poetas, los músicos, los teatreros y los intelectualoides andan siempre tan escachalandrados?". Yo le respondí: porque sencillamente se comparten modelos, maneras, pertenencias.
Pero vamos a las organizaciones. En mi desempeño profesional he ejercido cargos corporativos e institucionales en perfecta combinación con mi mundo de la literatura y la música. Esto me ha permitido percibir el amplio espectro emocional de la relación líder (autoridad) y subalternos: Jefe formal, equipo formal. Jefe bonchón, equipo bonchón. Jefe de corbata verde, equipo de corbata verde. Jefe de bluejean, equipo de bluejean.
En el medio político los patrones de imitación alcanzan posturas increíbles. Hay una manera de mover las manos, una gestualidad corporal, un tono en el discurso, un acento en los silencios y una actitud que define las formas (y el fondo) tanto que, en nuestro país, podemos hablar de un estilo adeco, de otro copeyano, de otro masista, de otro izquierdista, de otro chavista y así y así y así. En la confluencia de mi formación democrática he aprendido estos dialectos y con solo observar a una persona puedo entender los códigos de su idioma.
Aquí quería llegar... Desde los tiempos más remotos, los grupos humanos han experimentado la necesidad de guías y el impulso de sentirse pertenecientes a un colectivo. Ambas cosas proporcionan un sentido de seguridad. En unos casos los guías o líderes o autoridades, como quiera llamárseles, poseen (de nacimiento) un carisma seductor (eso que García Lorca denomina el duende), aptitud que los convierte en flautistas de Hamelin cualquiera que sea el río a atravesar. En otros casos y valiéndose de las herramientas de la psicología de masas, el guía o líder o autoridad, se construye siguiendo lineamientos perfectamente estudiados y -a veces- planificados para manipular audiencias.
Ahora bien, ¿tienen nuestros guías, líderes, dirigentes, autoridades, conciencia de su rol modelador? En un país donde se habla constantemente de la "pérdida de valores" es imperante revisar, en todos los ámbitos, los estilos que están moldeando nuestra sociedad. Es ese el valor primordial: la responsabilidad de conciencia sobre el impacto de las palabras, las frases, los discursos, las actitudes, sobre quienes se tiene influencia.
En la dinámica social los valores del modelaje se comparten entre el modelador, el modelo y los modelados. Hay una corresponsabilidad en todos y cada uno de estos actores, así que nadie debería seguir a un líder o dirigente sin antes revisar sus criterios. El modelaje se retroalimenta con fuerzas horizontales y si sumamos las fuerzas de esta actitud constructiva dirigida al bien común, nuestros guías, líderes o dirigentes tendrán más claro cuál es su camino. Sus causas y consecuencias serán juzgadas por las generaciones futuras, por la historia, por el mundo.
raconvivarte@gmail.com