Aqui estoy tranquila La danza de las horas llega La danza de la espera sigue. Yo soy la vida.

lunes, 26 de enero de 2015

"Daniel Navea Acevedo, un hombre bueno y sabio, autor del libro Abajo Cadenas" por Luis Beltrán Prieto Figueroa (Parte I)

Abajo cadenas JUEVES, 30 DE MAYO DE 2013

Estimados Amigos

Hoy compartimos con ustedes este texto escrito por Luis Beltrán Prieto Figueroa, donde hace una semblanza sobre ese gran maestro chileno Daniel Navea Acevedo, autor del libro de alfabetización Abajo 



Cadenas. Que mejor título para un libro que arranca de la mirada esa particular ceguera de aquellos que no saben leer y que convierte en oscuridad esa conversación silenciosa que nos brinda la lectura. Es un momento para recordar a todas aquellas personas que dieron su grano de arena en el mejoramiento de esta Tierra de Gracia


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Gloria al Bravo Pueblo, himno de la República Bolivariana de Venezuela

Coro
¡Gloria al bravo pueblo!
que el yugo lanzó
la Ley respetando
la virtud y honor (bis)
I
¡Abajo cadenas!
Gritaba el señor (bis)
y el pobre en su
choza libertad pidió
a este santo nombre
temblo de pavor
el vil egoismo
que otra vez triunfo (bis)
II
¡Gritemos con brío!
¡muera la opresión! (bis)
compatriotas fieles,
la fuerza es la unión;
y desde el Empíreo
el Supremo Autor,
un sublime aliento
al pueblo infundió (bis)
III
Unida con lazos
que el cielo formó, (bis)
la América toda
existe en nación;
y si el despotismo
levanta la voz,
seguid el ejemplo
que Caracas dió (bis)


DANIEL NAVEA ACEVEDO, .

Al escoger el nombre de Daniel Navea para una Biblioteca destinada a los maestros, el Banco del Libro ha elegido el de mayor significación y prestancia para instituciones de esta clase.

Daniel Navea, además de gran lector, era un hombre para el cual el libro constituía un instrumento de trabajo, puesto al servicio de la formación, del entrenamiento, de la orientación de los maestros y de los niños. Tuvo tanta fe en los libros que no solamente lo leía sino que los escribía, la más importante forma de servir a las ideas, que tomarán forma en la imprenta y se difundirán mediante los servicios de distribución, haciéndolas accesibles al gran público.

Conocí a Daniel Navea hace veintiocho años, cuando Venezuela, fenecida la dictadura de Gómez, iniciaba un proceso de renovación política, cultural e ideológica en general. Vino una misión de maestros chilenos y la fuimos a recibir al puerto de La Guaira.

Daniel Navea era representante del grupo de maestros de primaria. El Profesor Oscar Vera representaba a los maestros de Escuela Secundarias y de Universidades de la Misión. Juntos emprendimos una tarea. Con nosotros formaban grupo los chilenos Manuel Mandujano, Salvador Fuentes Vega y el destacado educador boliviano Carlos Beltrán Morales, muerto también en esta tierra en 1949. Los cinco, hermanados en ideales, nos consagramos a una misma labor renovadora. De la muerte de Beltrán Morales tuve noticias en la Cárcel Modelo de Caracas, a donde me había conducido la dictadura de los diez años para cobrarme el delito de amar y luchar por la libertad y por el bienestar de mi pueblo. De la muerte de Daniel Navea fui testigo. Me la anunció un turbulento río que se arremolinaba alrededor de un puente caído y se llevaba fervor y esperanza, arrastraba hacia el mar los esfuerzos de un grupo de maestros que trabajaba laboriosamente por hacer prosperar, mejorar la educación en Venezuela.

Entre esos maestros estaba Daniel Navea. Había ido conmigo en el mismo automóvil. La noche anterior estuvimos trabajando hasta las tres y media de la mañana. ¿Qué hacíamos? Discutíamos la Tesis de la renovación educativa en Venezuela, en lo que se denomina "Declaración Educativa de Guayana", aprobada el lunes 24 de agosto, por la XIX Convención Nacional del Magisterio, después del desgraciado acontecimiento del Salto de La Llovizna.
Hacíamos algo más, pensábamos para el futuro, en su sentido más amplio. porque pensábamos para los niños, en los cuales el hombre adulto pone ideas y esperanzas que se realizarán en la medida en que hagamos a estas personas capaces de poner en práctica lo que pensamos y lo que soñamos para ellos. Discutíamos las cosas que hace el Banco del Libro; sobre una nueva edición, con formato diferente, del libro "Abajo Cadenas", que escribiera en 1947 Daniel Navea para la alfabetización de los adultos venezolanos. Ese libro, escrito por insinuación mía, se publicó en edición experimental para ser utilizado en las campañas intensivas de alfabetización realizadas en Aragua, Margarita y Yaracuy con excelentes resultados. En esas campañas, al lado del Ministro, que las dirigía personalmente, estaba siempre Daniel Navea. tomando notas, corrigiendo, insinuando, orientando la labor que se realizaba en los Centros de Alfabetización. Porque cuando había algo que hacer, Daniel Navea se sentía obligado a meter las manos. Simbólica manera de expresar la ayuda prestada, porque las manos de Daniel Navea no eran muy hábiles para los quehaceres materiales, incluso su mano derecha había sufrido fractura en uno de esos días de trabajo en el campo con los maestros. Su gran instrumento de trabajo era el pensamiento, sus claras y precisas ideas que ponía generoso al servicio de sus colegas. Sólo quienes le conocimos a fondo podemos valorar el caudal de energías espirituales que hemos perdido con la muerte de Daniel Navea. Su desbordante mentalidad, puesta al servicio de los demás para un fructífero aprovechamiento se sumaba al quehacer de los otros. Sabía que la tarea de la educación es un quehacer colectivo y su voz, sus ideas, sus proyectos eran cifras en ese esfuerzo totalizador.

En Chile, la Escuela Renovada le debe a Daniel Navea gran parte de su impulso, de su orientación general. Es invalorable lo que Daniel Navea aportó al trabajo de renovación de la Educación en Chile.

La Circular Nº 49, sobre "Orientaciones socio-educativas para las Escuelas Primarias de Chile", firmada por el Director General de Educación Primaria es obra de Daniel Navea, cuyos originales, en su cursada letra de calígrafo, se conservan en su archivo. Esa circular, dictada en los días de la Segunda Guerra Mundial, cuando se combatía por la libertad, pone el acento sobre una educación dirigida a formar la conciencia del hombre libre, para crear actitudes democráticas de cooperación y de servicio público, tan necesarias en nuestros pueblos, ensimismados en sus egoístas estructuras de intereses clasistas.

Los instrumentos de renovación de las escuelas experimentales, donde trabajaba personalmente con los maestros, son obra de Daniel Navea. El Liceo renovado le debe esfuerzos y consejos, pues Daniel Navea trabajó como miembro del Organismo Orientador de los Liceos Renovadores y, a la par de sus colegas, trabajó en esos liceos para vitalizar la tradicionales e inoperantes estructuras del liceo clásico, deterioradas por el tiempo y por el exceso agobiador de su intelectualismo.

Daniel Navea salió de Chile para servir a la Educación en América. Lo encontramos en Argentina, al lado de los maestros americanos y españoles, fundando la Internacional del Magisterio Americano; luego en Venezuela trabajando con los maestros y ayudando a la creación de la Federación Venezolana de Maestros; laboró enMéxico, en Salvador, en Honduras. A todas partes llevaba cálido entusiasmo, fe de maestro y deseos de servir.
La escuela salvadoreña le debe a Daniel Navea la mayor parte de sus estructuras renovadoras. El trabajó allí fervorosamente al lado de ese gran educador y entusiasta político salvadoreño, doctorReinaldo Galindo Pohl, Ministro de Cultura, que contrató sus servicios. Navea redactó los instrumentos necesarios para el cambio, promovió la investigación pedagógica, el planeamiento educativo y formuló las bases de la Escuela Normal Superior de El Salvador.

El Salvador lo fui a buscar cuando UNESCO me transfirió de Costa Rica para Honduras, con el mismo cargo de Jefe de Misión. Le ofrecí un trabajo a mi lado, como asesor en educación primaria de dicha Misión, que aceptó, y se vino a trabajar conmigo. Juntos recorrimos Honduras, pueblo por pueblo, ciudad por ciudad, realizando la más extensa e intensiva investigación educativa hasta entonces cumplida en nuestro países. Conversamos con los maestros, con los funcionarios con los comerciantes, con los estudiantes, con el pueblo en sus sindicatos, recogiendo informaciones, ordenadas y tabuladas luego. Junto con nosotros trabajaba, como miembros de la Misión, la Profesora Luz Vieira Méndez, hoy Presidente del Consejo Nacional de Educación de Argentina*, y el Profesor José R. Almea. Durante dos años y medios trabajamos doce a cartoces horas diarias, aun en días feriados, pero la labor fue rendidora. Terminada la investigación, formulamos el plan de realizaciones, elaboramos los instrumentos de trabajo, organizamos la Escuela Superior del Profesorado "Francisco Morazán", redactamos el instrumento para el cambio de la estructura de la administración municipal de la educación para transformarla en una administración nacional, el escalafón de servicio de los maestros; nos entregamos al entrenamiento en servicio de supervisores, directores y profesores sin título; propusimos las escuelas normales asociadas, promovidas por la UNESCO; organizamos y realizamos cursos centroamericanos de entrenamiento de profesores de Ciencias Naturales y de Física y Matemáticas. Las escuelas experimentales que allí funcionaban fueron reorganizadas. Redactamos las bases para la nueva Ley de Educación entre otros muchos trabajos. Era una labor de equipo coordinada y eficaz. Cualquiera de nosotros exponía las ideas, sugería las tareas. La discusión aclaraba y complementaba, y la obra iba sugiriendo de la comunión de pensamientos y esfuerzos, a los cuales se sumaban los consejos, la insinuaciones, las ideas de los educadores hondureños que nos prestaban colaboración, entre ellos el ProfesorRafael Bardales, eficaz Director de Educación Secundaria, gran animador y sereno ejecutor de la obra surgida de esa conjunción de voluntades.

No hubo tarea en la que no estuviese presente la acuciosa actividad de Daniel Navea, y no hay generosidad con un muerto en estas palabras, sino reconocimiento de los méritos efectivos de un educador que no conoció el reposo.

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