Abajo cadenas JUEVES, 30 DE
MAYO DE 2013
Estimados
Amigos
Hoy
compartimos con ustedes este texto escrito por Luis Beltrán Prieto
Figueroa, donde hace una semblanza sobre ese gran maestro chileno Daniel
Navea Acevedo, autor del libro de alfabetización Abajo
Cadenas. Que mejor título para un libro que arranca de la mirada esa particular ceguera de aquellos que no saben leer y que convierte en oscuridad esa conversación silenciosa que nos brinda la lectura. Es un momento para recordar a todas aquellas personas que dieron su grano de arena en el mejoramiento de esta Tierra de Gracia
Cadenas. Que mejor título para un libro que arranca de la mirada esa particular ceguera de aquellos que no saben leer y que convierte en oscuridad esa conversación silenciosa que nos brinda la lectura. Es un momento para recordar a todas aquellas personas que dieron su grano de arena en el mejoramiento de esta Tierra de Gracia
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Gloria al Bravo Pueblo, himno
de la República Bolivariana de Venezuela
Coro
¡Gloria
al bravo pueblo!
que
el yugo lanzó
la
Ley respetando
la
virtud y honor (bis)
I
¡Abajo
cadenas!
Gritaba
el señor (bis)
y
el pobre en su
choza
libertad pidió
a
este santo nombre
temblo
de pavor
el
vil egoismo
que
otra vez triunfo (bis)
II
¡Gritemos
con brío!
¡muera
la opresión! (bis)
compatriotas
fieles,
la
fuerza es la unión;
y
desde el Empíreo
el
Supremo Autor,
un
sublime aliento
al
pueblo infundió (bis)
III
Unida
con lazos
que
el cielo formó, (bis)
la
América toda
existe
en nación;
y
si el despotismo
levanta
la voz,
seguid
el ejemplo
que Caracas dió (bis)
DANIEL NAVEA ACEVEDO, .
Al escoger el nombre de Daniel
Navea para una Biblioteca destinada a los maestros, el Banco del Libro
ha elegido el de mayor significación y prestancia para instituciones de esta
clase.
Daniel Navea,
además de gran lector, era un hombre para el cual el libro constituía un
instrumento de trabajo, puesto al servicio de la formación, del entrenamiento,
de la orientación de los maestros y de los niños. Tuvo tanta fe en los libros
que no solamente lo leía sino que los escribía, la más importante forma de
servir a las ideas, que tomarán forma en la imprenta y se difundirán mediante
los servicios de distribución, haciéndolas accesibles al gran público.
Conocí a Daniel Navea hace
veintiocho años, cuando Venezuela, fenecida la dictadura de Gómez,
iniciaba un proceso de renovación política, cultural e ideológica en general.
Vino una misión de maestros chilenos y la fuimos a recibir al puerto de La
Guaira.
Daniel Navea era
representante del grupo de maestros de primaria. El Profesor Oscar Vera representaba
a los maestros de Escuela Secundarias y de Universidades de la Misión. Juntos
emprendimos una tarea. Con nosotros formaban grupo los chilenos Manuel
Mandujano, Salvador Fuentes Vega y el destacado educador
boliviano Carlos Beltrán Morales, muerto también en esta tierra en
1949. Los cinco, hermanados en ideales, nos consagramos a una misma labor
renovadora. De la muerte de Beltrán Morales tuve noticias en
la Cárcel Modelo de Caracas, a donde me había conducido la
dictadura de los diez años para cobrarme el delito de amar y luchar por la
libertad y por el bienestar de mi pueblo. De la muerte de Daniel Navea fui
testigo. Me la anunció un turbulento río que se arremolinaba alrededor de un
puente caído y se llevaba fervor y esperanza, arrastraba hacia el mar los
esfuerzos de un grupo de maestros que trabajaba laboriosamente por hacer
prosperar, mejorar la educación en Venezuela.
Entre esos maestros estaba Daniel
Navea. Había ido conmigo en el mismo automóvil. La noche anterior estuvimos
trabajando hasta las tres y media de la mañana. ¿Qué hacíamos? Discutíamos la
Tesis de la renovación educativa en Venezuela, en lo que se
denomina "Declaración Educativa de Guayana", aprobada el lunes
24 de agosto, por la XIX Convención Nacional del Magisterio, después del
desgraciado acontecimiento del Salto de La Llovizna.
Hacíamos algo más, pensábamos para el
futuro, en su sentido más amplio. porque pensábamos para los niños, en los
cuales el hombre adulto pone ideas y esperanzas que se realizarán en la medida
en que hagamos a estas personas capaces de poner en práctica lo que pensamos y
lo que soñamos para ellos. Discutíamos las cosas que hace el Banco del Libro;
sobre una nueva edición, con formato diferente, del libro "Abajo
Cadenas", que escribiera en 1947 Daniel Navea para la
alfabetización de los adultos venezolanos. Ese libro, escrito por insinuación
mía, se publicó en edición experimental para ser utilizado en las campañas
intensivas de alfabetización realizadas en Aragua, Margarita y Yaracuy con
excelentes resultados. En esas campañas, al lado del Ministro, que las dirigía
personalmente, estaba siempre Daniel Navea. tomando notas,
corrigiendo, insinuando, orientando la labor que se realizaba en los Centros de
Alfabetización. Porque cuando había algo que hacer, Daniel Navea se
sentía obligado a meter las manos. Simbólica manera de expresar la ayuda
prestada, porque las manos de Daniel Navea no eran muy hábiles
para los quehaceres materiales, incluso su mano derecha había sufrido fractura
en uno de esos días de trabajo en el campo con los maestros. Su gran instrumento
de trabajo era el pensamiento, sus claras y precisas ideas que ponía generoso
al servicio de sus colegas. Sólo quienes le conocimos a fondo podemos valorar
el caudal de energías espirituales que hemos perdido con la muerte de Daniel
Navea. Su desbordante mentalidad, puesta al servicio de los demás para un
fructífero aprovechamiento se sumaba al quehacer de los otros. Sabía que la
tarea de la educación es un quehacer colectivo y su voz, sus ideas, sus
proyectos eran cifras en ese esfuerzo totalizador.
En Chile, la Escuela
Renovada le debe a Daniel Navea gran parte de su impulso, de
su orientación general. Es invalorable lo que Daniel Navea aportó
al trabajo de renovación de la Educación en Chile.
La Circular Nº 49, sobre "Orientaciones
socio-educativas para las Escuelas Primarias de Chile", firmada por el
Director General de Educación Primaria es obra de Daniel Navea,
cuyos originales, en su cursada letra de calígrafo, se conservan en su archivo.
Esa circular, dictada en los días de la Segunda Guerra Mundial,
cuando se combatía por la libertad, pone el acento sobre una educación dirigida
a formar la conciencia del hombre libre, para crear actitudes democráticas de
cooperación y de servicio público, tan necesarias en nuestros pueblos,
ensimismados en sus egoístas estructuras de intereses clasistas.
Los instrumentos de renovación de las
escuelas experimentales, donde trabajaba personalmente con los maestros, son
obra de Daniel Navea. El Liceo renovado le debe esfuerzos y consejos,
pues Daniel Navea trabajó como miembro del Organismo Orientador de
los Liceos Renovadores y, a la par de sus colegas, trabajó en esos liceos para
vitalizar la tradicionales e inoperantes estructuras del liceo clásico,
deterioradas por el tiempo y por el exceso agobiador de su intelectualismo.
Daniel Navea salió
de Chile para servir a la Educación en América. Lo encontramos
en Argentina, al lado de los maestros americanos y españoles, fundando la
Internacional del Magisterio Americano; luego en Venezuela trabajando
con los maestros y ayudando a la creación de la Federación Venezolana
de Maestros; laboró enMéxico, en Salvador, en Honduras.
A todas partes llevaba cálido entusiasmo, fe de maestro y deseos de servir.
La escuela salvadoreña le debe
a Daniel Navea la mayor parte de sus estructuras renovadoras.
El trabajó allí fervorosamente al lado de ese gran educador y entusiasta
político salvadoreño, doctorReinaldo Galindo Pohl, Ministro de Cultura,
que contrató sus servicios. Navea redactó los instrumentos necesarios para el
cambio, promovió la investigación pedagógica, el planeamiento educativo y
formuló las bases de la Escuela Normal Superior de El Salvador.
A El Salvador lo fui
a buscar cuando UNESCO me transfirió de Costa Rica para Honduras,
con el mismo cargo de Jefe de Misión. Le ofrecí un trabajo a mi lado, como
asesor en educación primaria de dicha Misión, que aceptó, y se vino a trabajar
conmigo. Juntos recorrimos Honduras, pueblo por pueblo, ciudad por
ciudad, realizando la más extensa e intensiva investigación educativa hasta entonces
cumplida en nuestro países. Conversamos con los maestros, con los funcionarios
con los comerciantes, con los estudiantes, con el pueblo en sus sindicatos,
recogiendo informaciones, ordenadas y tabuladas luego. Junto con nosotros
trabajaba, como miembros de la Misión, la Profesora Luz Vieira Méndez,
hoy Presidente del Consejo Nacional de Educación de Argentina*, y el
Profesor José R. Almea. Durante dos años y medios trabajamos doce a
cartoces horas diarias, aun en días feriados, pero la labor fue rendidora.
Terminada la investigación, formulamos el plan de realizaciones, elaboramos los
instrumentos de trabajo, organizamos la Escuela Superior del Profesorado "Francisco
Morazán", redactamos el instrumento para el cambio de la estructura de
la administración municipal de la educación para transformarla en una
administración nacional, el escalafón de servicio de los maestros; nos
entregamos al entrenamiento en servicio de supervisores, directores y
profesores sin título; propusimos las escuelas normales asociadas, promovidas
por la UNESCO; organizamos y realizamos cursos centroamericanos de
entrenamiento de profesores de Ciencias Naturales y de Física y Matemáticas.
Las escuelas experimentales que allí funcionaban fueron reorganizadas.
Redactamos las bases para la nueva Ley de Educación entre otros muchos
trabajos. Era una labor de equipo coordinada y eficaz. Cualquiera de nosotros
exponía las ideas, sugería las tareas. La discusión aclaraba y complementaba, y
la obra iba sugiriendo de la comunión de pensamientos y esfuerzos, a los cuales
se sumaban los consejos, la insinuaciones, las ideas de los educadores
hondureños que nos prestaban colaboración, entre ellos el ProfesorRafael
Bardales, eficaz Director de Educación Secundaria, gran animador y sereno
ejecutor de la obra surgida de esa conjunción de voluntades.
No hubo tarea en la que no estuviese
presente la acuciosa actividad de Daniel Navea, y no hay
generosidad con un muerto en estas palabras, sino reconocimiento de los méritos
efectivos de un educador que no conoció el reposo.
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