Daniel Navea unía a su acervo de ideas una tenacidad, una voluntad de realización. Se preocupaba cuando las gentes hablaban y no actuaban. No le gustaban las palabras sólo en el papel, sino las ideas en marcha. Terciaba ardosamente en la discusión, y cuando estaba convencido de una idea la defendía con calor, pero, como todo buen educador, sabía rectificar cuando llegaba al convencimiento de que había equivocado el camino.
Resonante fue en Chile la
discusión sobre métodos de enseñanza de la lectura. El Profesor Domingo
Valenzuela, para entonces Director de la Escuela Normal Superior "José
Abelardo Nuñez", sostenía el valor del método de la frase
normal. Daniel Navea, sin negar los valores de ese método, se
afiliaba a la idea del uso del método de la palabra normal, método global y
analítico también, que era el más difundido entre los maestros y, por tanto,
ofrecía mayores posibilidades de aplicación. Pero no quiso quedarse en la
simple discusión, sino que escribió un manual para enseñar a los maestros la
mejor manera de poner en práctica ese método, que explicaba en sus clases de
didáctica y en los Cursos de Verano de la Universidad de Chile, en
las cuales tenía siempre un número de alumnos dos o tres veces mayor que el
profesor de más arraigado prestigio.
En la discusiones sobre la enseñanza
de las matemáticas elementales sostenía que los fracasos de los alumnos se
debía a deficiencia de la enseñanza porque, como lo afirmaba Diderot,
"es más fácil aprender matemáticas que aprender a leer". Para
corregir las deficiencias de la enseñanza de las matemáticas elementales, Daniel
Navea escribió también un libro sobre la materia.
Y cada vez que había un problema, que
se discutían ideas, Daniel Navea aportaba las suyas. Frente a
las escuelas renovadoras o escuelas europeas, encargadas de aplicar métodos
para promover la actividad de los alumnos, Daniel puso en
práctica en Chile la Escuela Experimental Renovadora y la
Escuela Experimental de Trabajo, ocupadas en resolver problemas sociales de los
alumnos y de las comunidades. No funcionan esas escuelas en barrios de gente
acomodada, sino en los barrios de escasos recursos, donde viven los
trabajadores. El esfuerzo y la sensibilidad social de Daniel Naveahicieron
posible el funcionamiento de esas escuelas en Chile. Siguiendo ese
ejemplo, en 1948 quise fundar aquí en Caracas, en la barriada
de El Calvario, una escuela para limpiabotas, vendedores de
periódicos y para esos muchachos que deambulaban en la noche sin tener donde
dormir, una escuela que fuese, al mismo tiempo, taller y hogar: Ese plan acaso
se encuentra en los archivos del Ministerio; una copia se conserva en mis
propios archivos. Posiblemente algún día se pueda poner en marcha tal escuela
con el nombre de Daniel Navea.
Era Daniel Navea profesor
de grandes recursos. Desempeñó las cátedras de Didáctica General y Especial, de
Pedagogía, de Organización Escolar y de otras materias ligadas al quehacer
educativo. Sus alumnos le distinguían y apreciaban grandemente. Dejó gran
cantidad de material inédito y de su actividad al frente de la Misión de
la UNESCO en Venezuela, quedan en Eduplán numerosos
informes y colaboraciones valiosas.
¿Qué otras cosas pueden decirse de este maestro que
no se hayan dicho ya de los grandes maestros? Que era un hombre en el cual la
idea del servicio estaba por encima de las ideas del beneficio; que era un
educador para el cual la actividad enderezada a realizar obra útil para los
demás tenía prelación, incluso sobre las tareas para ganarse la vida. Lo vimos
entregado noche y día a escribir, en esa letra menuda, regular y hermosa con
que expresaba sus pensamientos, llenaba hojas y hojas; discutía cuanto pensaba
porque tenía el asentimiento de que no hay ideas que valgan la pena si no
tienen el asentimiento de otras voluntades, de otros entendimientos, de otras
inteligencias; por eso los escritos acostumbrados a llamarlo con una expresión
que aprendimos en la UNESCO; "papeles de trabajo", que
tenían valor después de la discusión en la cual se borra una parte y se agrega
otra. Después de este laborioso trabajo de quitar aquí y poner allá, le oí
decir muchas veces: "Me lo cambiaron todo, pero ahora está
mejor": Su pensamiento se había enriquecido con el pensamiento de los
demás. Así trabajaba Daniel Navea.
La Biblioteca consagrada a su
homenaje es el permanente recuerdo de la obra de este hombre bueno y sabio. De
él podría decirse con un viejo maestro venezolano, que "el bueno y el
sabio son una misma cosa".
Está bien que los maestros de
Venezuela nos adelantemos a rendirle este homenaje sencillo, pero cordial y
sincero. Ya en otros países y en el suyo propio comenzaron a reconocerle en la
gran significación que tuvo. A este efecto, una profesora chilena, ligada
entrañablemente a la obra de Daniel Navea, me escribía hace poco
diciéndome que en Chile no le entendieron. Acaso con su muerte
comiencen a comprender su mensaje y, como a Gabriela, le serán
consagradas escuelas, calles y plazas. La muerte aviva las conciencias que
habían permanecidos indiferentes para el recuerdo y para la cultura de Chile.
No quiero decir como la profesora
chilena. En Venezuela sentíamos por Daniel Navea un
afecto entrañable. Los maestros lo querían como a un compañero y nunca hicimos
diferencia entre él y el mejor de los maestros venezolanos. Conmigo estuvo en
muchas partes, trabajamos juntos en varios países y lugares. Lo que hizo enVenezuela es
tan valioso como lo que pudiera haber hecho por ella cualquiera de los buenos
venezolanos. Por eso la consagración de esta Biblioteca pedagógica a su nombre
es también motivo para el recuerdo permanente por lo que nos dejó y un ejemplo
para lo que tenemos que hacer nosotros mismos.
* La profesora Vieira Méndez renunció
a su cargo después del derrocamiento del Presidente Constitucional de
Argentina, doctorArturo Illía, y tornó al servicio de la UNESCO. Ahora
desempeña el cargo de Directora de la Oficina que esa Institución Internacinal
sostiene en Santiago de Chile para toda la América.
LUIS
B. PRIETO FIGUEROA,
En: Maestros de América. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas, 1975
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