Aqui estoy tranquila La danza de las horas llega La danza de la espera sigue. Yo soy la vida.

jueves, 30 de enero de 2014

Beto y Enrique saltan la cuerda y comen manzanas y zanahorias, y el Monstruo Comegalletas solo come galletas una vez a la semana, en vez de todos los días. Ahora está por verse si el cambio que han comenzado los Muppets puede ayudar a mejorar la salud de los niños.

Muñecos enseñan hábitos saludables a los niños

Un ensayo realizado en Colombia comprobó que así la nutrición mejora

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Beto, Enrique y el Monstruo Comegalletas enseñan a saltar la cuerda y a comer más vegetales CORTESÍA
EL UNIVERSAL
lunes 27 de enero de 2014  
Beto y Enrique saltan la cuerda y comen manzanas y zanahorias, y el Monstruo Comegalletas solo come galletas una vez a la semana, en vez de todos los días. Ahora está por verse si el cambio que han comenzado los Muppets puede ayudar a mejorar la salud de los niños. 

Un experimento de tres años en Colombia sugiere que sí se puede. Ahora el proyecto de Plaza Sésamo, llegará a Estados Unidos, destaca la Ap. 

Una prueba en un preescolar de Nueva York ya ha arrojado resultados: Jahmeice Strowder, de cuatro años, hizo que su mamá le preparara coliflor por primera vez en su vida. Su compañero de clase, Bryson Payne, le exigía a su papá su cambúr diario y más ensaladas. Y un padre llevó a casa una hogaza de pan en vez de Doritos. 

``Me parece que lo que creamos es una cultura "de comer saludablemente para combatir un ambiente tóxico de comida chatarra y muy poco ejercicio", dijo el doctor Valentin Fuster, cardiólogo en el Hospital Mount Sinai de Nueva York. 

Hace seis años comenzó a trabajar con Sesame Workshop, los productores del programa Plaza Sésamo'', en un proyecto para niños de tres a cinco años. "En esa edad le ponen atención a todo, y los hábitos se pueden cambiar", dijo. 

La necesidad está clara: un tercio de los niños y adolescentes de Estados Unidos son obesos o tienen sobrepeso. Muchos no se ejercitan lo suficiente y la condición física ha mermado en todo el mundo. Los niños con estos problemas de salud corren riesgo de padecer enfermedades cardíacas y de otro tipo a lo largo de su vida. 

"La atención está entre los más jóvenes para tratar de prevenirlo", dijo el médico Stephen Daniels, pediatra de la Universidad de Colorado y vocero de la Asociación de Cardiólogos de Estados Unidos. La conferencia anual del grupo realizada en noviembre incluyó el experimento de Fuster como uno de los mayores logros del año en la prevención de enfermedades cardiacas. 

El nuevo mensaje es que algunas cosas como las galletas se pueden comer de vez en cuando, pero hay otros alimentos que puedes comer todo el tiempo, como las verduras. Los mensajes saludables han sido incorporados gradualmente en el programa y sus productores crearon un doctor Muppet.

El proyecto se lanzó en Colombia porque las escuelas estadounidenses a las que se acercó Fuster hace años se mostraron reticentes. El experimento se realizó con 1.216 niños y 928 padres. La proporción de niños con un peso saludable aumentó de 62 a 75% para aquellos que participaron en el programa. En Colombia, a diferencia de Estados Unidos, esto implicó que más niños que padecían desnutrición alcanzaran un peso saludable. 

Alrededor de 57 millones de niños no tienen acceso a la educación, según se desprende del Informe de seguimiento de la educación para todos en el mundo de 2013-2014 de la Unesco.

57 millones de niños carecen de acceso a la educación

Uno de cada cuatro infantes no es capaz de leer una oración, según la Unesco

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Hacen falta más profesores para combatir el déficit CORTESÍA
EL UNIVERSAL
jueves 30 de enero de 2014  
Adís Adeba.- La comunidad internacional fracasa en su objetivo del milenio de conseguir que todos los niños tengan educación primaria en 2015: 250 millones de niños siguen sin saber leer, escribir o calcular, aunque muchos de ellos asistieron años a la escuela.

Alrededor de 57 millones de niños no tienen acceso a la educación, según se desprende del Informe de seguimiento de la educación para todos en el mundo de 2013-2014 de la Unesco.

"La crisis mundial del aprendizaje tiene un costo anual para los gobiernos de 129.000 millones de dólares", apunta el informe. "10% del gasto mundial en enseñanza primaria se pierde en educación de mala calidad que no garantiza que los niños aprendan", citó Dpa.

Esta situación se traduce en que, en los países pobres, uno de cada cuatro niños no es capaz de leer una oración completa, afirma la Unesco.

Los motivos para la lamentable situación general de la educación son, además de una grave falta de profesores en los países en desarrollo, la escasa formación de esos maestros y la mala calidad de las clases. 

En América Latina y el Caribe, alrededor de 10% de los niños en edad de asistir a la escuela primaria no está adquiriendo las competencias básicas en lectura, afirma la Unesco. Esa proporción va desde 4% en México hasta 25% en Guatemala o 40% en Nicaragua. Por otra parte, aproximadamente 3 de cada 10 niños de esta región no están adquiriendo los conocimientos básicos en matemáticas.

El informe también muestra desigualdades relacionadas con el estatus económico en esa región: en Haití, solo 42% de los jóvenes más pobres sabía leer y escribir, en comparación con el 92% de los más ricos.

Para que todos los niños del mundo pudieran terminar la educación secundaria, desde 2011 hasta 2015 deberían emplearse 5,2 millones de nuevos profesores, según la Unesco. Pero se trata de una profesión poco atractiva en países como Liberia o Guinea Bissau, donde los maestros ganan menos de diez dólares al día y tienen se ven obligados a tener otros trabajos para poder mantener a sus familias.

"Los resultados del informe deben enfurecernos a todos", afirmó la asesora especial de la ONU para los planes de desarrollo, Amina Mohammed. "Todavía tenemos ante nosotros un largo camino".

domingo, 26 de enero de 2014

Conozco numerosos maestros, sobre todo maestras, que llevan una vida verdaderamente heroica. Se levantan a las cuatro y media de la mañana a dejar listo el almuerzo para la familia; luego, preparan el desayuno y alistan a los hijos para la escuela; salen corriendo a agarrar un carrito para llegar a su centro educativo antes de las siete; trabajan cinco horas atendiendo a un grupo numeroso de alumnos cada vez más indisciplinados, desatentos o violentos; comen rápidamente algo y vuelven a agarrar un carrito para ir a la otra escuela donde trabajarán otras cinco horas..

AL MAESTRO CON CARIÑO

maestraValorar la educación implica valorar a los que la imparten, especialmente a los maestros y maestras, a los que se les exige mucho y se les da muy poco.  Se les exige incluso que tengan éxito en asuntos como la enseñanza de valores, en los que las familias, la sociedad y el Estado han fracasado estrepitosamente. Conseguir un buen maestro o una buena maestra es la mejor lotería que a uno le puede tocar en la vida. Un maestro cercano, cariñoso, puede suponer la diferencia entre un pupitre vacío o un pupitre ocupado, entre una vida superficial y vacía  o una vida con sentido.   Todo el mundo quiere el mejor maestro para sus hijos, pero muy pocos quieren, sobre todo en las clases altas,  que sus hijos sean maestros, lo que evidencia la contradicción que reconoce por un lado la importancia transcendental de los maestros, pero por el otro, los desvaloriza y los trata prácticamente como a profesionales de segunda categoría.
Vengo insistiendo en la importancia de la educación para transformar la sociedad, pues sin una buena escuela sólo lograremos una mala sociedad, y si se insiste en que la educación debe ser entendida como la inversión más importante, tenemos que tratar a los educadores de acuerdo a la importancia de su misión y de su trabajo. Si queremos que los mejores alumnos consideren atractiva la profesión de educador,  debemos tener la profesión de educador entre las mejor valoradas y  pagadas. Si queremos que la educación contribuya a acabar con la pobreza, primero debemos acabar con la pobreza de la educación y con la pobreza de los educadores. ¡Pobre país que trata mejor a  los militares que a los maestros!
Conozco numerosos maestros, sobre todo maestras,  que  llevan una vida verdaderamente heroica. Se levantan a las cuatro y media de la mañana a dejar listo el almuerzo para la familia;  luego,  preparan el desayuno y alistan a los hijos para  la escuela;  salen corriendo a agarrar un carrito para llegar a su centro educativo  antes de las  siete; trabajan cinco horas atendiendo a un grupo numeroso de alumnos cada vez más indisciplinados, desatentos o violentos;  comen rápidamente algo y vuelven a agarrar un carrito para ir a la otra escuela donde trabajarán otras cinco horas..  En la casa, se deben robar unas horas al descanso para corregir tareas, planificar la jornada del día siguiente, o responder a las exigencias de la burocracia educativa cada vez más exigente y hasta asfixiante,  mientras lavan la ropa, los platos, o limpian la casa. Por si fuera poco, muchas de ellas estudian también los fines de semana.  Todo ello para redondearse un sueldito con el que medio vivir. Y a pesar de ello, son numerosas las que  siguen dando lo mejor, entregadas por completo a sus alumnos,  sin  perder la ilusión  y el compromiso.
Por ello, ¡felicitaciones a los maestros y maestras  en su día y  mis deseos de que no pierdan la  pasión! Sin pasión no se logra nada importante en la vida, y mucho menos en  educación.

Tomado del blog de Antonio Pérez Esclarín

Ediciones Ekaré une fuerzas con la Fundación Bigott para presentar Veo Veo, publicación con ilustraciones de Socorro Salinas, en la que lectores de cualquier edad se verán inmersos en una historia alucinante, llena de inesperados detalles que describen el mundo de esta artista.




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La Fundación Bigott presenta: Veo Veo. El arte de Socorro Salinas

Ediciones Ekaré une fuerzas con la Fundación Bigott para presentar Veo Veo, publicación con ilustraciones de Socorro Salinas, en la que lectores de cualquier edad se verán inmersos en una
historia alucinante, llena de inesperados detalles que describen el mundo de esta artista. 


El libro propone , a través de un sencillo  juego, la búsqueda de figuras y situaciones particulares en dibujos de animales, plantas, cosas y personas que complementan cada estrofa. Todos estos se pueden ubicar luego en las pinturas de Socorro Salinas; una de las pintoras más relevantes de las artes plásticas venezolanas en la actualidad. 

Esta edición de Veo Veo. El arte de Socorro Salinas fue realizada por María Francisca Mayobre y Vicente Lecuna, junto con  el diseño de Ana Palmero Cáceres.y las muestras fotográficas de las obras de Salinas estuvieron a cargo de Nelson Garrido.

La publicación se puede adquirir en las principales librerías del país a un costo de 390 bolívares. Para mayor información sobre el libro y otros productos de Fundación Bigott pueden escribir al correo fundacion_bigott@bat.com, comunicarse a través de las redes sociales @bigottfundacion o visitar su página web haciendo click aquí.


María Laura Unda
@mlunda39

domingo, 19 de enero de 2014

Los casos de niños, niñas o adolescentes que presencian la muerte de sus padres quedan invisibilizados en los subregistros de la violencia y la impunidad que estremecen al país. El interés superior del niño resulta una falacia jurídica y el miedo obstaculiza la solidaridad. En el proceso, las familias se destrozan y los sobrevivientes enfrentan el duelo con sus propios recursos, porque, en general, no reciben apoyo de las instituciones del Estado. Tres historias sobre hechos ocurridos en 2013 revelan la indefensión de los ciudadanos que se convirtieron en testigos y no aparecen en las estadísticas

Testigos de ojos pequeños

Testigos de ojos pequeños
Testigos de ojos pequeños


“Voy a sacar 20 en todos los exámenes para irnos del país y que no nos maten”

A las 8:00 pm del 11 de noviembre del año pasado, la familia tenía dos nuevos motivos para estar feliz: se mudarían de Nuevo Prado, en El Cementerio, a un apartamento más acogedor y seguro en Baruta, y el segundo hijo –que había nacido 19 días atrás– se reía en los brazos de la madre que lo protegía en los asientos traseros del vehículo. La niña de 7 años de edad jugaba con el teléfono celular de su papá. Todos iban juntos en la camioneta familiar.
En un segundo les cambió la vida. Un grupo de motorizados vestidos de azul y negro los obligó a detenerse y, sin más, uno de ellos usó una escopeta para dispararle a la cara del hombre de 28 años de edad. Él trató de cubrirse con la mano, pero el impacto de la bala le llegó al rostro. Sus dedos volaron y cayeron encima de la niña que iba de copiloto.
“Mi sobrina abre la puerta y se lanza hacia una pendiente llena de monte. Trata de proteger al niño que sufre fractura de fémur con desplazamiento. El bebecito grita y grita desesperadamente. La niña empieza a llamarnos por teléfono. Solo escuchamos los gritos de su mamá y el llanto de su hermanito”, cuenta la familiar que pidió no revelar su nombre y que admite que sus conocimientos como psicóloga no le alcanzan para afrontar la tragedia.
“¡Mataron a mi papá, mataron a mi papá! Y mi mamá y mi hermanito se van a morir. Ayúdennos. Estamos por el parquecito de Cumbres de Curumo”, pedía auxilio la muchachita.
Con la ayuda de desconocidos, la mujer de 26 años de edad y sus dos hijos llegaron a una clínica. Allí declaró que se había caído con el bebé, porque desde el primer momento estuvo convencida de que los agresores eran policías. El bebé ha sido intervenido quirúrgicamente dos veces y hasta la semana pasada estuvo enyesado desde el torso hasta los tobillos, con dermatitis y complicaciones digestivas. Los médicos que lo atienden presumen que la rigidez en la parte superior de su cuerpo se debe a una convulsión por el intenso dolor físico que sufrió y que le puede haber causado daños neurológicos irreversibles.
“Toda la familia se desmembró. El cadáver del esposo de mi sobrina lo encontraron en una escalinata del barrio Los Totumos, en El Cementerio. Su madre se encargó de enterrarlo y después necesitó una cura de sueño. Ni mi sobrina ni su hija pudieron despedirse de él y viven aterradas, porque aseguran que sus agresores fueron policías. Mi hermana, la madre de mi sobrina, quiso suicidarse porque ese día dijo que no podía quedarse con el bebé recién nacido y la culpa no la deja vivir. Todos estamos aterrados y no nos atrevemos a denunciar, ni siquiera a hablar con nadie del asunto”, indica la psicóloga.
La madre se mudó a casa de otra tía y trata de mantenerse firme para curar al niño que apenas tiene dos meses y medio de edad. Se cortó y tiño el pelo, también se lo cortó a la niña. Teme que los asesinos sepan quiénes son, dónde están y traten de hacerles más daño.
La niña, que quedó a cargo de la única miembro de la familia que considera que contar la historia puede contribuir a sensibilizar al país sobre la violencia extrema que nos afecta a todos, está en un nuevo colegio, hace tareas dirigidas y recibe atención psicológica.
“Pero ha sido muy difícil sanarla. Pasó una semana desconectada de la realidad. Lo primero que hace al levantarse es llamar por teléfono a su mamá para pedirle que no salga de la casa. No soporta abordar un vehículo sin que la acompañe alguien de su confianza. No quiere jugar con muñecas. Dice que no va a casarse ni a tener hijos, porque no quiere que le pase lo que le pasó a su mamá. Todos los días llora y lo último que me dijo me destrozó el corazón: ‘Voy a sacar 20 en todos los exámenes, quiero pasar a segundo grado para irnos del país y que no nos maten”.

“¿Cuántas veces mi hijo tiene que ver a su papá morir?”

Hace un mes tomó un cuaderno a rayas. En una hoja dibujó a su papá sangrando y desvaneciéndose por un tiro en el costado. Al lado pintó un corazón y en líneas torcidas escribió un mensaje sin destinatario claro: “Tranquilo, al asesino lo vamos a atrapar”. En otra hoja del mismo cuaderno hizo el retrato del homicida: flaco, con lentes, gorra y una pistola en la mano, y anotó una reflexión discordante en un niño de 7 años de edad: “Esto es lo que pasa por vivir en barrios”.
Así recuerda el muchachito la tragedia que tuvo que presenciar el 9 de julio de 2013. Ese día estaba junto a su padre, Solandiz Rafael Jiménez Cabezas, de 34 años de edad, quien fue emboscado por un hombre que le iba a vender una moto. Todo lo que se sabe del hecho lo ha contado y lo sigue contando el propio menor de edad.
“El niño me dijo que ese hombre llegó pidiendo el dinero, pero mi esposo advirtió que tenía una actitud agresiva y le dijo que prefería ver la moto antes. En cuestión de minutos, sacó el arma y le disparó a Solandiz. Mi hijo me cuenta que no escuchó el disparo, por lo cual supongo que le puso silenciador a la pistola. El niño solo se percató de lo que estaba ocurriendo cuando vio que su papá estaba bañado en sangre. Lo agarró por un brazo, dio unos pocos pasos, le dijo que no podía más y cayó al suelo”, cuenta la madre, Wendy Ojeda.
La mujer relata que funcionarios de Polisucre auxiliaron a su esposo, pero sin detectar y valorar oportunamente todos los elementos de la emergencia, entre ellos las llamadas víctimas secundarias, dejaron al niño solo: “Él gritaba: ‘¡Ese es mi papá, ese es mi papá!’. Porque Dios estaba metido en el asunto apareció una señora, tomó al niño y con él se montó en un mototaxi y se pegó detrás de la patrulla de Polisucre. A mi hijo lo llevaron al Cicpc de El Llanito y luego a la Unidad de Pediatría del Pérez de León. Allí estuvo hasta el día siguiente, cuando yo regresé de oriente”.
Hace dos meses, el niño tuvo que volver a pagar el precio de haber presenciado la muerte de su padre. La policía científica detuvo a un hombre sospechoso de ser el homicida de Jiménez Cabezas y, a solicitud del Ministerio Público, se convocó al menor de edad para que hiciera el reconocimiento correspondiente.
El niño dijo que aquel hombre corpulento que estaba preso no era el que había matado a su padre.
Estudia segundo grado y su madre asegura que no ha disminuido su rendimiento escolar. “Yo pensé que no iba a poder dormir, que iba a vivir con miedo o que se iba a volver agresivo. Pensé muchas cosas: que me iba a volver loca, que no iba a poder salir adelante con mi niño y mis otras dos hijas gemelas de 13 años. Pero, para la gloria de Dios, soy cristiana, y el Señor tomó el control de todo”.
“Mi hijo está bien. No necesita psicólogos ni nada. ¿Qué mayor sanador que el Rey de Reyes?”, insiste la mujer, que habla con resignación, pero sola y triste, en una casa alquilada en la parte alta del sector Las Praderas de Maca, en Petare, que paga con la mitad de las tres becas Hijos de Venezuela que recibe.
“Todavía hay gente imprudente que insiste en preguntarle al niño cómo ocurrió el crimen. Yo lo aparto y digo: ‘¿Cuántas veces mi hijo tiene que ver a su papá morir?”, lamenta a la vez que hace esfuerzos por no expresar rabia. s

“Si nos llenamos de rencor todos vamos a terminar muertos”
El asesinato de dos maestras de preescolar, ocurrido en el barrio García Carballo de Caricuao el 9 de noviembre de 2013, estremeció a la comunidad y al país, pero sobre todo al adolescente de 13 años de edad que tuvo que ver el cuerpo de su madre baleado y yacente en el suelo.
“Todos estábamos en la calle: mi mamá (Ysmar Yusmerky Mendoza Vargas, de 28 años de edad) mi hermanita y yo. También estaba la otra maestra (Yolimar del Carmen Acosta, de 34 años) y sus dos hijos. De pronto llegaron unos tipos armados y empezaron a disparar. A mi mamá le dieron seis tiros”, recuerda el muchacho.
Obviamente, el joven se pregunta por qué. No le convence el móvil de robo que orientó las investigaciones policiales ni la presunta identificación de dos adolescentes como los homicidas, tal como informó el director del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, 11 días después del crimen. “Esos tipos dispararon y huyeron, no se llevaron nada de nadie. Supimos que en el celular de mi mamá había varios mensajes de texto con amenazas, pero ella no nos había dicho nada. A la final, no han agarrado a nadie”, reclama.
Al mediodía de este martes, el joven estaba listo para irse al liceo Roberto Martínez Centeno, donde estudia segundo año de bachillerato. Su abuela María Esther Vargas es la responsable de que su uniforme luzca impecable y de que no se despeine con la gorra de Los Ángeles Lakers que tanto le gusta.
“Ahora ese muchacho es mío y punto. Su papá, nada que ver. Pero poco importa que se haya desentendido, porque yo he visto por él desde que estaba en el vientre de mi hija. Mi otra nietecita de 6 años que quedó huérfana se la llevó su papá. Ese sí es un hombre responsable”, dice la mujer y asegura que lo que percibe como pensionada y jubilada es suficiente para asegurar la manutención de su nieto. Está convencida de que su afecto y cuidados bastan: “Él no necesita más nada, ni psicólogo ni nada, porque es muy maduro y no ha cambiado de actitud”.
“Yo voy fino en el liceo –reafirma el adolescente– y sigo haciendo deportes. Lo que más me gusta es el básquet y patinar. Soy bueno en básquet. Hace poco un señor nos dijo que nos iba a llevar a jugar a Argentina”. Además de deportista, quiere ser maestro, como su mamá: “Me gusta enseñar, porque me gusta ayudar a los niños más pequeños, que aprendan cosas nuevas”.
“Claro –continúa– sin mi mamá la vida ha sido dura. Ella era muy pana: buena madre, buena amiga, compañera. Nos daba todo lo que le pedíamos. Nunca nos decía que no. Yo la recuerdo todos los días”.
El muchacho sabe que el barrio en que vive es peligroso: “Yo solamente ando con niños buenos y trato de alejarme de la violencia. A unos chamos de por allá arriba les pasó algo parecido, les mataron a la mamá. Buscaron venganza y les fue mal; los mataron a ellos también. Si nos llenamos de rencor, todos vamos a terminar muertos, como esos chamos”.

Fallas del Estado revictimizan a los huérfanos de la violencia

Venezuela ha hecho caso omiso de las recomendaciones de la ONU para desarrollar políticas públicas en materia de seguridad ciudadana. Las especialistas María Josefina Ferrer y Gaby Arenas señalan que la solidaridad es imprescindible para afrontar el auge de la criminalidad

Que el Estado venezolano no tenga políticas públicas para atender a los niños, niñas y adolescentes víctimas primarias o secundarias de la violencia constituye una prueba de su marginalidad respecto del debate mundial que desde hace décadas se ha dado sobre el asunto. En 1996, la Organización de las Naciones Unidas aprobó el Manual de Justicia sobre el uso y aplicación de la Declaración de Principios Básicos de Justicia para víctimas de delito y abuso de poder que había formulado en 1985. Y en noviembre de 2013 ese manual fue actualizado para facilitar a los países miembros de la ONU, entre ellos Venezuela, el diseño y ejecución de políticas públicas en materia de seguridad ciudadana, en las cuales la víctima sea una prioridad y reciba una atención integral.
“Los estándares internacionales derivados de la actualización de este manual –explica la profesora de victimología de la Universidad Central de Venezuela, María Josefina Ferrer– se pueden resumir en la necesidad de garantizar tres derechos: asistencia, protección y reparación.
Sin embargo, lamenta la docente, en Venezuela el auxilio a corto, mediano y largo plazo que requieren los afectados por el auge delictivo es inexistente, y el sistema de justicia penal es tan absurdo e ineficiente que, en vez de resarcir daños, conduce a la impunidad.
“En el caso de los llamados huérfanos de la violencia, el interés superior del niño es una falacia jurídica y las instituciones del Estado, lejos de contribuir a la recuperación de las víctimas y fomentar la resiliencia, son responsables de su revictimización”, afirma Ferrer.
Gaby Arenas de Meneses, directora de la Fundación Taller para el Aprendizaje de las Artes y el Pensamiento, TAAP, ofrece un ejemplo concreto: “El Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de El Hatillo no dispone de un mensajero para llevar una citación a un agresor. De esta forma las pocas denuncias que se formulan no pueden ser cuantificadas ni atendidas adecuadamente”.
Arenas de Meneses también refiere los documentos elaborados por la ONU sobre la violencia que afecta niños, niñas y adolescentes en el mundo, América Latina y Venezuela.
“El Informe de América Latina en el marco del Estudio Mundial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra niños, niñas y adolescentes considera que los niños que crecen como víctimas de maltrato o rodeados por situaciones de violencia, son más proclives a convertirse en jóvenes y adultos violentos al crecer. Desde muy temprano los niños aprenden que la violencia es una forma eficaz para ‘resolver’ conflictos interpersonales, especialmente si la han padecido dentro del hogar, ya sea como víctimas o como testigos”, recuerda la fundación TAAP.
Esfuerzos truncados. Ferrer considera que la situación de la violencia contra niños, niñas y adolescentes en Venezuela es tan grave, que no es exagerado echar mano de otros manuales que ha producido la ONU, como los relacionados con el estrés postraumático que sufren los niños afectados por la guerra.
“En Venezuela las víctimas no son prioridad para nadie. En muchos casos, la propia víctima se rehúsa a reconocerse como tal. Hay quienes razonan que si yo me reconozco como víctima, reconozco que estoy mal y, por lo general, nadie quiere estar mal. Es un elemental mecanismo de defensa, la negación, que, en vez de facilitar dificulta el proceso de duelo y de recuperación”, afirma la profesora de la UCV.
Arenas de Meneses agrega que la resistencia de las víctimas a autorreconocerse como tales solo evidencia la complejidad del asunto y los retos para las instituciones y la sociedad en general.
“Debemos entender que todos somos corresponsables y no podemos refugiarnos en la excusa de que involucrarnos en estos asuntos es un peligro.
Si todos los vecinos de El Cambur hubiesen salido con los nombres y las fotos de los llamados ‘Sanguinarios’ y se los hubieran dado a los diarios, quizás la hija de Mónica Spear no se habría sumado a los cientos de niños que presencian la muerte de sus padres. Pero mientras pensemos en que no me voy a meter en líos para que no me pase nada a mí, la situación va a empeorar. Y, lo peor, es que cualquier día nos puede tocar a nosotros”, reitera la directora del fundación TAAP.
Arenas de Meneses advierte que sin estudios y estadísticas confiables no se puede avanzar: “Los resultados del estudio realizado por la ministra Maryann Hanson en 2011 sobre acoso escolar no se publicaron, pero algunas organizaciones como Cecodap han documentado casos de suicidio por este problema.
La Comisión Desarme invirtió miles de millones de bolívares en investigaciones. Convocó a los mejores investigadores del país y de América Latina. Acopió el mejor acervo documental sobre violencia criminal en Venezuela, pero no logró articulación de los grupos de trabajo, porque se convirtió en un ente político.
No bastan planes cayapa o patria segura si no se aborda el problema de la inseguridad ciudadana y la violencia criminal en forma integral”.

Los niños deben seguir  sus rutinas
Lissette Cardona
Édgar López

Los niños que pierden a sus progenitores deben mantener la rutina que llevaban cuando convivían con ellos. María Isabel Parada, presidente de la ONG Psicólogos sin Fronteras, señaló que el contexto en el que se da la pérdida de los padres y la edad de los pequeños, marca la diferencia en el tipo de atención requerida. Sin embargo, se debe procurar que el afectado reciba ayuda profesional.
“Hay que procurar que el niño mantenga sus rutinas, que vaya al colegio, que cumpla con sus hábitos de alimentación y aseo, que juegue como siempre lo hacía”, explicó.
La especialista insistió en que los huérfanos por la violencia deben sentirse apoyados y queridos por los familiares más cercanos para entender la pérdida.
Aclaró que el proceso puede ser largo y difícil, incluso puede tomar algunos años.
La psicóloga clínica María Eugenia Guédez, presidente del Colegio de Psicólogos del Distrito Capital, señaló que los familiares que se harán cargo del niño afectado deben permitir la expresión de sus sentimientos.
“Hay que dejarlos preguntar e irles respondiendo, así sea reiterativo. Los adultos no deben interrumpir o distraer al pequeño de lo que quiere expresar con respecto a la muerte, sobre todo en los primeros momentos”, expresó.
Guédez recomendó evitar las mentiras, porque causan desconfianza hacia la familia y en sí mismo. Aseguró que a partir de los 6 años de edad, los pequeños tienen conciencia del significado de la muerte, especialmente, si ya han experimentado el fallecimiento de un familiar anciano o una mascota.
“Es recomendable que el niño sea abordado por alguien cercano, que se sienta dispuesto a hacerlo. Si es muy pequeño se le puede decir que se fue al cielo. Si la familia no está preparada es mejor tomar un tiempo para decírselo”, indicó.
Precisó que la realización de dibujos y la escritura ayudan a drenar las emociones. Estos deben ser entregados a los especialistas para facilitar la orientación y el diagnóstico de otros trastornos.
Claudia Carrillo, psicóloga clínica, coordinadora de la Unidad de Atención a Víctimas de Cofavic, enumeró las reacciones esperadas en niños que pierden a sus padres de acuerdo con la edad.
Los niños menores de 5 años de edad sienten mayor ansiedad por la separación y presenta apego excesivo hacia las personas más influyentes. Hay retorno a etapas evolutivas ya superadas. Los pequeños de 6 a 11 años de edad, tiene dificultad para relacionarse con sus pares y compañeros. Pueden ser agresivos, estar ansiosos y presentar problemas de aprendizaje y trastornos alimenticios.
Los adolescentes, por su parte, suelen bajar su autoestima, se tornan agresivos y se aíslan socialmente. En algunos casos se responsabilizan excesivamente con el hogar, trabajan desde muy jóvenes y pueden abusar del alcohol y/o las drogas.
“En mi experiencia con familias víctimas de violencia, lo que sucede es un replanteamiento de su proyecto de vida y un crecimiento para las personas afectadas, quienes ven fortalecidos sus mecanismos de afrontamiento para responder a situaciones límites. Mientras más jóvenes son las víctimas, más oportunidades tienen para aprender de la experiencia. En todo caso, es determinante el apoyo que reciban”, expresó.

Testimonios

La inseguridad en lápiz y creyón

La Fundación Taller de Aprendizaje para las Artes y el Pensamiento (TAAP) se ha dedicado a reunir, como parte de sus actividades, testimonios gráficos y textuales de niños que han sido víctimas o testigos.  Estas son algunas de las historias y dibujos recopilados por esta organización. Los nombres de los pequeños fueron cambiados para proteger su identidad.

Ricardo
11 años de edad
“Mi mamá y papá nunca salían tan temprano, pero ese día estaban felices porque mi papá por fin había encontrado un trabajo. En este callejón nadie sale antes de que amanezca, yo vi cómo le abrieron la cabeza a un loco con un palo. Pero el día que mataron a mi papá no sabía que le habían disparado a él. Ahora yo ayudo a mi mamá y la cuido porque ella casi no quiso volver a salir ni volver a comer. Ahora yo trabajo en las camionetas y en el mercado. A veces extraño el colegio, a mis amigos y el básquet porque yo era bien bueno”.

Rosa
14 años de edad
“Mi mamá no va a regresar más, eso me calma, ya no va a haber más gritos, mi papá no le va a pegar más y tampoco me va a pegar a mí. Con mi abuela todo es más tranquilo”.
La mamá de Rosa murió tras ser atacada por su pareja con un machete, quien luego salió de la casa y se disparó.

Yesenia
7 años de edad
“No sé qué le pasó a mi hermano, no parecía él, estaba muy, muy bravo. Yo creo que mi papá era muy malo y por eso él nos defendió”.
El hermano mayor de Yesenia tenía 12 años de edad cuando le disparó a su papá frente a sus 5 hermanitos. Lo hizo para defender a su madre y hermana de las agresiones del progenitor.

Luisa
4 años de edad
“Extraño mucho a mi hermano. Yo sé que él está dormido y solo quiero que se vuelva a despertar. Mi mamá dice que él no va a volver, pero yo creo que sí, y seguro cuando vuelva podremos jugar con mi pelota nueva y mi muñeca”
Al hermano de Luisa lo mató una bala perdida en un tiroteo en el barrio. Ella estuvo a su lado por casi dos horas, mientras su mamá volvía del trabajo para recoger el cuerpo de la acera. Ningún vecino o autoridad salió a ayudarlos.

A los niños todavía se les mata, se les hiere, se les golpea, se les viola, se les prostituye. La lista de prácticas de engaño a las que se les somete ocuparía las páginas de varios volúmenes. A menudo ni siquiera en sus hogares están a salvo de las más diversas formas de abuso: no se les escucha, se les grita, se les imponen metas que están más allá de sus capacidades, no se les reconoce como personas, menos aún se garantizan sus derechos, que son casi letra vacua en la mayoría de los países

Niños: víctimas, huérfanos

La humanidad está todavía lejos de resolver la cuestión de la infancia. Las injusticias del mundo siguen actuando sobre las poblaciones con menos capacidad para defenderse. Las sociedades no han logrado ni siquiera convertir a los niños en la primera de sus prioridades. Con la excepción de unos pocos países del norte de Europa, donde la inmensa mayoría de los niños nacen y crecen en ambientes cuyos factores básicos para su potencial desarrollo están relativamente estructurados, en el planeta entero los niños continúan siendo las víctimas, a menudo impotentes y frágiles, de los horrores de nuestro tiempo.
A los niños todavía se les mata, se les hiere, se les golpea, se les viola, se les prostituye. La lista de prácticas de engaño a las que se les somete ocuparía las páginas de varios volúmenes. A menudo ni siquiera en sus hogares están a salvo de las más diversas formas de abuso: no se les escucha, se les grita, se les imponen metas que están más allá de sus capacidades, no se les reconoce como personas, menos aún se garantizan sus derechos, que son casi letra vacua en la mayoría de los países.
Toda una corriente cultural que ha logrado mantenerse a través de los siglos y los milenios, continúa pensando que los niños son materia dispuesta para cualquier cosa, incluso para incorporarlos al terrorismo, el sicariato, las formas diversas y mutantes de la delincuencia. Todavía, y el régimen que gobierna en Venezuela es un temible ejemplo de esto, hay quienes consideran que los niños son depósitos abiertos a programas ideológicos. En otras palabras: que debe aprovecharse la indefensión y el deseo de aprender que son propios de la infancia, para ‘ocupar’ sus pensamientos con una versión torcida de la Historia; para convertir las aulas en recintos de culto a Chávez; para que las escuelas dejen de ser centros de propagación de conocimiento y adquieran el perfil de fábricas de fanatismo y resentimiento social. El objetivo que el régimen se ha propuesto es que el sistema educativo sea un contribuyente más a la perpetuación en el poder de Maduro y sus aliados.
Huérfanos de padre, huérfanos de madre, huérfanos de padre y madre: ¿tiene el Instituto Nacional de Estadísticas estas cifras? ¿Acaso el Ministerio de Información? ¿El Plan Patria Segura? ¿Existe en el gobierno alguna entidad a salvo del imperativo de maquillar la realidad, que pueda informar al país del número de huérfanos menores de edad que se han producido, por ejemplo, en la última década?
Hay una instrumentalización del niño en el poder venezolano. Un uso recurrente para fines discursivos y de propaganda. Mientras el gobierno insiste en hablar de la felicidad de los venezolanos, en el país crece el número de huérfanos, crece el número de niños baleados o asesinados, crece el número de menores que no encuentran respuesta en el sistema público de salud, agrietado por la ineficiencia, la corrupción y la perversión politiquera. En síntesis: los hechos, más allá de la retórica, son inequívocos: los niños no son una prioridad de la revolución bolivariana, como no sea para cumplir con el objetivo de adoctrinarlos y hacer de ellos un club de adoradores de Chávez y Fidel Castro.

El público participa en la transformación de Orugui. Los niños y sus padres observan cómo deja la crisálida y aprende que volar es la mejor manera de vivir. Desde sus butacas y cerca del escenario, soplan el aire que se convierte en viento, ayudan a eliminar la basura que deja el hombre y hasta pueden interpretar a un personaje como el Señor Sol.

Orugui celebra la vida en el planeta

FOTO Leonardo Noguera
FOTO Leonardo Noguera
El colectivo Teatro de Sueños presenta una nueva temporada de La historia de Orugui. A través de técnicas mixtas de títeres, el montaje habla a los niños y a sus padres sobre la importancia de no contaminar el medio ambiente 

El público participa en la transformación de Orugui. Los niños y sus padres observan cómo deja la crisálida y aprende que volar es la mejor manera de vivir. Desde sus butacas y cerca del escenario, soplan el aire que se convierte en viento, ayudan a eliminar la basura que deja el hombre y hasta pueden interpretar a un personaje como el Señor Sol.
El montaje que presenta el grupo Teatro de Sueños no solo invita a imaginar sino que se convierte en un episodio didáctico en el que el espectador reflexiona sobre la conservación de la naturaleza. La historia de Orugui es dirigida por Liliam Amiel y ofrecerá una nueva temporada a partir de hoy en el Teatro de Chacaíto. En el proyecto intervienen también el actor Jorge Martínez y Eduardo López, quien está a cargo de la música.
Amiel, además, es la autora de la obra. La escribió hace más de una década y siempre vuelve a ella. “Es una historia que amo y cada vez le llega a generaciones distintas. Es llevarles a los niños no solo mensajes positivos sino la idea de que las artes escénicas lo transforman todo a través del juego”, expresa quien suma 40 años como artista.
La pieza se vale de la técnica mixta de títeres y teatro para recrear las situaciones. Al frente y sobre el teatrino, muñecos de varilla, tipo muppet y bunraku, se convierten en pájaros, flores y caracoles. “Aprovecho el mensaje hermoso de la transformación con una orientación ambientalista. Me interesa sembrar consciencia sobre la importancia de cuidar el planeta. Porque sin medio ambiente no vamos para ninguna parte. Este es nuestro único hogar”, agrega.
El colectivo teatral que dirige, y que fundó en la década de los ochenta, tiene como objetivo presentar obras en los colegios. De hecho, Amiel forma parte del Festival de las Artes Miguel Vicente Patacaliente que, a través de Fundarte, lleva payasos, magos, títeres y cuentacuentos a las comunidades. “Siempre nos llaman de las escuelas y es una cosa magnífica, porque tienes a los niños allí para ti. Son actividades que los maestros agradecen. Hemos trabajado mucho”, dice la directora. Además de La historia de Orugui han presentado piezas como La caja de las sorpresasCuentos y titiritadasEn busca del tesoro escondidoEl ratón y el león.

Las posibilidades del arte. El montaje empieza con el nacimiento de Orugui. Ella aún no sabe nada de la vida y poco a poco comienza a conocer a sus vecinos. Encuentra a un caracol cascarrabias que le dice qué le sucederá al crecer. Le enseña la lluvia y el sol. Luego el pájaro cantor le da instrucciones sobre cómo usar sus alas cuando se convierta en mariposa. Pero ella sigue sin entender. Y es finalmente la Señorita Flor quien le habla de la magia de la naturaleza y de sus cambios. Pero de pronto la basura se adueña del escenario: es el hombre con su contaminación. La indiferencia que muestra el ser humano hacia aquello que lo rodea se va convirtiendo en amor gracias a Orugui, que le explica cómo sus productos dañan la fauna y la flora.
“No solo es la metamorfosis del personaje sino de todos nosotros, que nos convertiremos en mejores personas”, señala Amiel. Y finaliza: “Yo le apuesto al teatro de títeres. Soy titiritera por vocación. Es una pasión infinita. Uno a veces piensa que los niños de hoy en día son más maduros y no les va a gustar. Pero eso depende. Uno debe ofrecer un buen trabajo y valerse de todas las técnicas para hacer cosas maravillosas. Sé que los titiriteros seguimos siendo un poco la Cenicienta, pero en los últimos años se le ha vuelto a dar importancia a este arte. El teatro crea unas raíces muy buenas en el ser humano, lo amo por todas las posibilidades que te da”

El delincuente. ¿Qué pasó con ese niño?

Notitarde 15/01/2014 
Orientación en práctica

El delincuente. ¿Qué pasó con ese niño?

Simón García Andara (*)
Los delincuentes, esos que les quitan la vida a muchos venezolanos y recientemente a la actriz venezolana Mónica Spear, su esposo e hirieron tanto física como psicológicamente a su hija, esos delincuentes fueron una vez niños. ¿Qué pasó en su crianza, formación? ¿Qué pasó con sus padres y familia? ¿Por qué crecieron en el vicio? Éstas y otras interrogantes se quedan cortas ante tan doloroso, triste e irritable momento, en donde la rabia y la consternación supuran como respuesta impotente e inmediata para amilanar el dolor.
Afirmar que la seguridad somos todos desde el punto de vista sociológico, psicológico y hasta espiritual, es brindar un análisis, una reflexión oportuna ante tanto dolor para buscar encuentros entre los desencuentros. Por ende, tener una sociedad sana, con valores familiares, buenas costumbres, brindar sentido a la lucha contra las drogas, embarazo temprano, deserción escolar, la falta de fe, violencia intrafamiliar, entre otros, es rescatar espacios en esa sociedad toda, que se ha ocupado más en los aspectos que los alejan en vez de cabalgar juntos para enfrentar este flagelo que no tiene raza ni condición social.
Por ello, así como la seguridad es de todos, salvando la responsabilidad principal de las políticas públicas que en materia de seguridad tiene el Estado y de eso no hay duda, ni discusión; se debe converger alternamente en un gran encuentro nacional, en donde se tienda una mano a ese niño (a) o adolescente, apoyar desde la unión de las parejas, para que conciencien primero que amar es comprometerse uno al otro, evitando ver que esa unión sea producto de un "como vaya viniendo, vamos viendo", reforzar la responsabilidad familiar como el epicentro social y las familias disfuncionales sean auxiliadas para evitar el cultivo de un pichón de delincuente cuya manutención afectiva y espiritual sean dosis repetitivas de maltrato, violencia intrafamiliar, abandono, en donde aprenda desde ese modelaje familiar hostil, por imitación y por dicho modelaje de padres o adultos que lo rodean, como afirma el psicólogo social A. Bandura, que su único aprendizaje para sobrevivir es violentar y hacer daño a otros, proyectar su rabia infantil en su desarrollo evolutivo a culpar a todos los que encuentra a su paso, más con el refugio que cree encontrar en el uso y consumo de las drogas y el supuesto respeto que le da un arma de fuego.
En consecuencia, la invitación reflexiva es evitar acostumbrarse a convivir con la violencia diaria, aceptarla, entregarnos a ella y ser simples espectadores de los acontecimientos que suceden en la sociedad en la que estamos inmersos; debemos reconocer que se está enquistando en la crianza un tumor cancerígeno que engendra violencia tras violencia; ¿dónde y en qué lugar perdieron el rumbo de los principios y valores para ser posesionados por los antivalores? Asimismo, como sociedad insisto en que se debe fortalecer la relación padres e hijos, la educación a través de esa interacción diaria entre el maestro y alumno, los encargados del fortalecimiento de la fe católica, cristianos, porque Dios es uno solo, o nos limitamos a dar gracias a Dios porque a nosotros no nos ha pasado nada todavía. ¿Dónde practicamos esos valores, esas oraciones, en qué hechos concretos lo transmitimos?, o sólo críticas a todo sin dar nada.
Organizar y realizar en las comunidades, en sus residencias una actividad deportiva o cultural sin más competencia que la de ser todos un equipo, en donde coincidamos para construir con los niños de hoy, nuestros hijos y los de los vecinos el futuro que ellos se merecen. Aprendan desde niños a internalizar que la misión, la razón de ser del futuro de sus vidas estén enmarcadas en la fe y el amor dentro de cada uno de ellos forjada a través de la educación y en el trabajo; con esas fortalezas podrán llegar a la meta trazada. Realmente un trabajo de todos. Suerte. Éxitos.
(*) Orientador.
simongarciaa@gmail.com

jueves, 16 de enero de 2014

Cómo reconocer a una persona genial, por Fedosy Santaella Texto tomado de Pro Da Vinci Fedosy Santaella | 15 de Enero, 2013

pupitre fedosy texto
Hoy quiero hablarles de una persona genial. Quiero hablarles de Elsa Miranda, mi profesora de literatura en bachillerato. Elsa Miranda murió hace poco, en Puerto Cabello, Estado Carababo, ya retirada, ya cansada de un cáncer que no la dejaba en paz. En los últimos tiempos supe de ella. Estaba orgullosa de su alumno escritor. Decía que por alumnos así valía la pena toda una vida de sacrificios en la enseñanza. Así me contó mi hermano, quien vive en el puerto y tiene un amigo que fue sobrino de Elsa. Me llena de orgullo saber que lo que uno hace, que lo que uno decidió ser, deja huella en la vida de otros. Pero no quiero hablar de mí. Ya lo dije, quiero hablar de Elsa.
La recuerdo bajita, regordeta, con una melena siempre agitada, siempre pintada de algún color extravagante. La recuerdo inquieta, moviéndose de aquí para allá en aquel salón del segundo año de bachillerato del colegio La Salle. Hablaba sin parar, apasionada con lo que decía. Porque eso le sobraba a ella: pasión. Elsa estaba enamorada de lo que hacía, estaba enamorada de la literatura. Cuando nos daba clases parecía un profesor universitario. Nos retaba, nos llevaba a otros niveles. Nos hacía sentir adultos. O por lo menos, a mí me hacía sentir adulto. Pero no crean que ella gustaba de ser una profesora de lecturas y enseñanzas complejas, aburridas, difíciles. No, Elsa Miranda era una persona genial. Ella tenía una manera de enseñar tan maravillosa que te hacía creer que te estaba dando a conocer algo que muy pocos sabían. Sus explicaciones te hacían sentir único, te abrían la mente. Yo tuve varias personas geniales que me acercaron a la lectura. Una de ellas fue mi padre, y otra fue Elsa Miranda. Elsa me acercó a la lectura con esa capacidad suya de hacerte ver qué sencillo es aquello que parece tan difícil. Ella era una reveladora de secretos, nuestra guía a través de la literatura y de la vida, dos palabras tan enormes, tan intimidantes; dos palabras que, gracias a ella, comenzamos a encarar sin miedo, con seriedad pero al mismo tiempo llenos de alegría, buscando siempre la esencia, ese estallido de luz que nos llevaría a comprender las cosas más allá del caletre, más allá del aburrimiento. Sólo una persona genial es capaz de hacerte entender que para llegar a una respuesta sencilla debes no obstante atravesar un bosque de complejidades. Porque dentro de lo sencillo yace la complejidad. Y si no me creen, pues lo dejo con Albert Einstein, quien dijo: «Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez». También lo ha dicho en los últimos años John Maeda, diseñador gráfico y científico de la computación, genio de nuestros tiempos. «El conocimiento hace todo más sencillo», así nos dice Maeda en su libro Las leyes de la simplicidad. Y esto es cierto, pero creo además que al conocimiento debemos agregarle pasión (que como ya se dijo, le sobraba a Elsa), y cuando agregamos pasión al conocimiento, empezamos a hablar de imaginación. La imaginación es uno de los caminos fundamentales hacia la libertad, hacia la vida plena. Quien imagina, nunca será prisionero. Quizás Elsa Miranda imaginaba que todos aquellos alumnos que estaban allí, frente a ella, iban a crecer imaginativos, libres, buenos hombres. Y si no todos, quizás algunos; y con algunos siempre basta. Por eso Elsa Miranda era genial, porque era capaz de hacernos entender que el conocimiento, la simplicidad y la imaginación eran necesarios para la vida. Elsa se esforzaba por hacernos comprender que la literatura no era una cosa curiosa que estaba ahí de más y para pasar el rato. Para Elsa la literatura era «necesaria». Volvamos a Maeda:
 «Las tareas difíciles se ven más fáciles cuando son ‘necesarias de aprender’ más que ‘agradables de aprender’. Un curso de historia, de matemáticas o de química podrían ser agradables de aprender para un quinceañero, pero aprender a manejar un carro es una necesidad para la autonomía. Al principio de la vida luchamos por nuestra independencia, y hacia el final también hacemos lo mismo. La esencia de los mejores premios se encuentra en el deseo fundamental de la libertad de pensamiento, de vida, de ser».
El mejor premio, la mejor recompensa es aprender de la vida. Elsa Miranda me hizo comprender que la lectura enseña de la vida, y que la literatura enseña a saber vivirla. Y no porque sea necesario aprender de la vida, la lectura y el conocimiento no tienen que ser agradables. Todo lo contrario. Elsa siempre se esforzaba por hacer que nuestra clase fuese entretenida. Y sí, tenía ese estilo que te hacía sentir universitario, adulto; pero nadie ha dicho que un profesor universitario ha de ser aburrido, ni tampoco sumamente complejo. Elsa, como excelente educadora que era, pensaba en nosotros, y nos respetaba porque no nos subestimaba, pero también porque no abusaba de nosotros con lecturas que no estaban a nuestro nivel de maduración. Elsa siempre buscó que nos fascinara la lectura, y para ello nos mandaba libros que contaran historias, que tuvieran una escritura amena y directa; libros con humor, literatura de la buena. Nunca nos lanzó un ladrillo, se lo agradezco, y siempre, pero siempre buscó llegar a la esencia de las cosas a través de lo sencillo. Pero para enseñarles a otros lo sencillo, debemos primero adentrarnos en la complejidad, entenderla y sacar de allí lo fundamental de las cosas. Quien no ha pasado por este proceso, no puede comprender esto que digo, ni tampoco enseñar como enseñan las personas geniales; con humildad, con pasión, con profundos conocimientos y con una claro sentido de la sensatez y de lo esencial.
¿Cuántas personas geniales conseguirán los niños en sus colegios? ¿Cuántas personas geniales harán magia frente a sus muchachos, desplegando los mantos secretos de las páginas de los libros para explicarnos el mundo? ¿Cuántas personas geniales podremos encontrarnos en la vida, hoy, o mañana? Porque siempre habrá un mañana, esa lupa que todo lo agranda, y nos hace reconocer, si no lo hicimos antes, a las personas geniales que pasaron por nuestras vidas. Yo supe reconocer a esa persona genial. A pesar de ser tan diferente supe que Elsa lo era. Desde entonces me siento muy contento de haberla identificado y de haberla incluido en mi lista de personas geniales. Porque una cosa debe quedar muy clara: todos tenemos el derecho de conocer personas geniales, pero también tenemos el deber de buscarlas.
De verdad, muchas gracias a las personas geniales. Muchas gracias a Elsa Miranda.