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domingo, 19 de enero de 2014

El público participa en la transformación de Orugui. Los niños y sus padres observan cómo deja la crisálida y aprende que volar es la mejor manera de vivir. Desde sus butacas y cerca del escenario, soplan el aire que se convierte en viento, ayudan a eliminar la basura que deja el hombre y hasta pueden interpretar a un personaje como el Señor Sol.

Orugui celebra la vida en el planeta

FOTO Leonardo Noguera
FOTO Leonardo Noguera
El colectivo Teatro de Sueños presenta una nueva temporada de La historia de Orugui. A través de técnicas mixtas de títeres, el montaje habla a los niños y a sus padres sobre la importancia de no contaminar el medio ambiente 

El público participa en la transformación de Orugui. Los niños y sus padres observan cómo deja la crisálida y aprende que volar es la mejor manera de vivir. Desde sus butacas y cerca del escenario, soplan el aire que se convierte en viento, ayudan a eliminar la basura que deja el hombre y hasta pueden interpretar a un personaje como el Señor Sol.
El montaje que presenta el grupo Teatro de Sueños no solo invita a imaginar sino que se convierte en un episodio didáctico en el que el espectador reflexiona sobre la conservación de la naturaleza. La historia de Orugui es dirigida por Liliam Amiel y ofrecerá una nueva temporada a partir de hoy en el Teatro de Chacaíto. En el proyecto intervienen también el actor Jorge Martínez y Eduardo López, quien está a cargo de la música.
Amiel, además, es la autora de la obra. La escribió hace más de una década y siempre vuelve a ella. “Es una historia que amo y cada vez le llega a generaciones distintas. Es llevarles a los niños no solo mensajes positivos sino la idea de que las artes escénicas lo transforman todo a través del juego”, expresa quien suma 40 años como artista.
La pieza se vale de la técnica mixta de títeres y teatro para recrear las situaciones. Al frente y sobre el teatrino, muñecos de varilla, tipo muppet y bunraku, se convierten en pájaros, flores y caracoles. “Aprovecho el mensaje hermoso de la transformación con una orientación ambientalista. Me interesa sembrar consciencia sobre la importancia de cuidar el planeta. Porque sin medio ambiente no vamos para ninguna parte. Este es nuestro único hogar”, agrega.
El colectivo teatral que dirige, y que fundó en la década de los ochenta, tiene como objetivo presentar obras en los colegios. De hecho, Amiel forma parte del Festival de las Artes Miguel Vicente Patacaliente que, a través de Fundarte, lleva payasos, magos, títeres y cuentacuentos a las comunidades. “Siempre nos llaman de las escuelas y es una cosa magnífica, porque tienes a los niños allí para ti. Son actividades que los maestros agradecen. Hemos trabajado mucho”, dice la directora. Además de La historia de Orugui han presentado piezas como La caja de las sorpresasCuentos y titiritadasEn busca del tesoro escondidoEl ratón y el león.

Las posibilidades del arte. El montaje empieza con el nacimiento de Orugui. Ella aún no sabe nada de la vida y poco a poco comienza a conocer a sus vecinos. Encuentra a un caracol cascarrabias que le dice qué le sucederá al crecer. Le enseña la lluvia y el sol. Luego el pájaro cantor le da instrucciones sobre cómo usar sus alas cuando se convierta en mariposa. Pero ella sigue sin entender. Y es finalmente la Señorita Flor quien le habla de la magia de la naturaleza y de sus cambios. Pero de pronto la basura se adueña del escenario: es el hombre con su contaminación. La indiferencia que muestra el ser humano hacia aquello que lo rodea se va convirtiendo en amor gracias a Orugui, que le explica cómo sus productos dañan la fauna y la flora.
“No solo es la metamorfosis del personaje sino de todos nosotros, que nos convertiremos en mejores personas”, señala Amiel. Y finaliza: “Yo le apuesto al teatro de títeres. Soy titiritera por vocación. Es una pasión infinita. Uno a veces piensa que los niños de hoy en día son más maduros y no les va a gustar. Pero eso depende. Uno debe ofrecer un buen trabajo y valerse de todas las técnicas para hacer cosas maravillosas. Sé que los titiriteros seguimos siendo un poco la Cenicienta, pero en los últimos años se le ha vuelto a dar importancia a este arte. El teatro crea unas raíces muy buenas en el ser humano, lo amo por todas las posibilidades que te da”

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