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domingo, 14 de septiembre de 2014

La crítica a la explosión educativa después del 23 de Enero fue que sacrificó calidad por cantidad

A clases

La crítica a la explosión educativa después del 23 de Enero fue que sacrificó calidad por cantidad

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GUSTAVO LINARES BENZO |  EL UNIVERSAL
sábado 13 de septiembre de 2014  12:00 AM
Como dice Mafalda, lo urgente siempre le quita tiempo a lo importante. En medio de la lucha política y los escombros que dejó el paso del Comandante Eterno por Venezuela, hay poco espacio para pensar en el futuro y para hacerlo. Hacer el futuro es educarse y garantizar la educación de los hijos. Esta crisis de hoy es producto de la crisis educativa de los ochenta y noventa, que significó un descenso espectacular en la formación promedio del venezolano. Como en las democracias gobierna la mayoría, el nivel educativo de la mayoría será el nivel del gobierno. Pues éste no es la excepción, en la medida en que esto siga siendo una democracia.

Así, dentro de diez años el país será lo que la educación en estos primeros años del siglo XXI, es decir, un desastre. Porque si se criticaba la discriminación en que se terminó convirtiendo la educación superior luego del viernes negro, de la que no cabe duda, al menos los profesionales que llegaban a tales mantenían un mínimo de calidad, pero eran pocos. La revolución bonita invirtió los términos y tiene engañado a medio mundo con unos estudios universitarios que sólo preparan para trabajar en este gobierno, es decir, para la sumisión al régimen. Ni elecciones de delegados estudiantiles hay en la Unefa o en la Bolivariana. 

Calidad en la educación

La gran crítica a la explosión educativa luego del 23 de enero, esa sí de dimensiones épicas, fue que sacrificó calidad por cantidad (por supuesto, esa crítica venía de quienes siempre habían tenido acceso a la educación de calidad). Pero eso se equilibró a los pocos años y ya en los setenta las universidades públicas habían retomado la excelencia. Ahora nada de esto ocurre, por ningún lado se ve la calidad de la educación revolucionaria, ni siquiera en las publicaciones (¿dónde están las publicaciones de la Bolivariana? Este lugar tiene años buscándolas).

Porque este gobierno sigue presentándose como algo nuevo, como si hubiera llegado ayer a Miraflores. Y la verdad es que sus universidades ya deberían dar fruto, diez años ya es tiempo de alguna cosecha. Del mismo modo que el chavismo ha hecho lo que ha querido con la economía y ahí están las realidades, o mejor dicho, no están porque no hay qué comer; en educación ha creado y gastado lo que ha querido y los resultados sí están a la vista, los técnicos son de todos los países aliados, se pagan a precio de oro pero aquí no queda nada.

Si esto es a nivel de la educación superior, el análisis debe descender a la educación básica. Aquí tampoco hace falta mayores indagaciones. El propio ministro Rodríguez no logra encontrar profesores de matemática, química y física, y va a llamar a los jubilados, que ya algo es. Pero tenemos tres lustros graduando bachilleres que nunca han despejado una ecuación o calculado la aceleración de un móvil, por no decir nada de molaridad y molalidad. Y de Doña Bárbara, los resúmenes que se consiguen en Google. 

No cabe duda que la dotación de computadoras y libros a millones de escolares ha sido un paso importante, más allá de la calidad de los contenidos. Pero la educación es el maestro, y el abandono que ya tenía años para cuando llegó Chávez ha continuado y empeorado. Abandono que no es otro que los salarios de hambre, lo demás es muy secundario. La inversión educativa es una inversión en el talento humano, y si es escandaloso que un profesor universitario tenga ingresos inaceptables, en la educación básica ser maestro es vivir en la frontera de la pobreza, trabajando como pocos: cuarenta y más horas en varias escuelas para poder subsistir.

Importancia superlativa

El sacudón a que se refiere Héctor Rodríguez tiene que ser así un sacudón económico. Un aumento muy importante del salario de los profesores de las escuelas es el camino crítico de cualquier reforma educativa que merezca el nombre. Y vale la pena aquí mencionar al nivel preescolar. Venezuela ha tenido avances importantes en la materia, pero cada vez se demuestra con más evidencia que la educación inicial es decisiva para la vida futura de los niños. Todo lo que aquí se haga es de importancia superlativa.

No hay duda que el adoctrinamiento ha sido la prioridad educativa de estos años. Pero la incompetencia del chavismo y sus profundas contradicciones ha sido salvador: de Chávez quedaron los regalos y los corridos. Pero más allá de las ideas que se transmiten, decisivas sin duda, hay competencias elementales que no se están brindando. Leer, escribir, sumar y multiplicar. Basta oír la radio o ver la televisión, tanto a tirios como a troyanos, para percatarse de nuestra indigencia educativa. Ello explica tanta irracionalidad en el debate público, cualquier discusión con un mínimo de argumentación se cancela inmediatamente, ¡qué rollo! Dicen tantos.

Antes de Keynes o Marx, hay que saberse la tabla del nueve.

glinares@cjlegal.net

@glinaresbenzo

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