Aqui estoy tranquila La danza de las horas llega La danza de la espera sigue. Yo soy la vida.

domingo, 26 de mayo de 2013

Si quiero traer al presente la obra de Lucy Magallanes de Ortega, es porque ella representa como maestra, el ideal de la educación en Venezuela, que se fue olvidando a través del tiempo. Cuando la poetisa Lucy escribe "Año 1971, no aguanto más!" es porque ya comenzábamos a experimentar el cáncer que corroía las instituciones públicas que hoy demuestran el olvido total de aquellos ideales que nuestros jóvenes no conocen, menos aún imaginan, que dieron origen a instituciones como el INCE hoy INCES, destruído por los interes políticos. Lucy Magallanes de Ortega es testimonio vivo, de los lineamientos y formación de tantos maestros desde 1940, que siguieron el ideal del Doctor pero sobre todo maestro: Luis Beltrán Prieto Figueroa, por la educación del pueblo, (sin distingos) venezolano y sacarlo de su ignorancia como forma de hacerlo libre y soberano. Por eso transcribo en este blog tres artículos (de diferentes ideologías), clarísimos testimonios de lo que es Venezuela desde 1999 hasta hoy, para que actualicemos y valoremos en su dimensión REAL, la historia de la maestra Lucy, que en sus planteamientos y acción, obras escritas y reflexiones obedece a unos ideales por el pueblo de Venezuela y el país total que podrían hermanarse con los que se pregonan en la actualidad, pero que no tienen ningún atisbo de igualdad aunque las palabras suenen parecidas, pues la denuncia que Lucy Magallanes hace en su libro citado y en las cartas que leemos, profetiza y denuncia lo que como huevo de una serpiente egoísta y sin valores se fue apoderando del colectivo venezolano hasta llegar a lo que hoy vivimos con gran tristeza...y su retiro de toda acción pública en la década de los 80, materializa esa marcada diferencia... Artículo I

Prieto Figueroa en el tiempo

Cuando se trata de abordar el pensamiento, y la acción de un
destacado
pedagogo, o Maestro, como Luis Beltrán Prieto Figueroa, es
menester partir
de lo que podría considerarse sus inicios míticos, la revelación
extraordinaria
y el llamado de la vocación temprana. Hechos, acontecimientos y
sentimientos que muchas veces guardamos en nuestras vidas
como parte de
 nuestros íntimos secretos. ¿En qué momento de su vida
descubre el Maestro
Prieto su vocación docente y cómo se relaciona con lo mítico? 
Y allí en una entrevista que le hicimos en 1981, hace apenas
31 años,  en
Mérida, develó este secreto. Prieto, quien nació el 14 de marzo
de  1902, contó
que tendría a lo sumo 6 ó 7 años, su padre era juez en La
Asunción y el Juzgado
quedaba frente a la plaza Bolívar. En ella estaba el niño
Luis Beltrán. Del
jardín de la plaza brotaba un hermoso lirio blanco. Admirado
por la belleza
de la flor y pensando regalarla a su madre, el niño la tomó.
Pero, cuando
estaba en tal acción, el policía cuidador de la plaza le detuvo,
le aferró por
un brazo y lo llevó hasta la jefatura civil. Allí, debajo de las
escaleras, había
una puerta alta, gruesa, de color negro, y detrás el primer
calabozo  que el
Maestro conociera, sin ventanas, sin iluminación alguna.
Aquel pequeño
espacio estaba en la más completa oscuridad. Allí fue encerrado.
El niño lloró,
gritó, llamó a sus padres, pero todo fue inútil, siguió encerrado.
Posteriormente,
frente a ello, se adaptó a tal  realidad  y por más que se
esforzaba le era
imposible ver o notar algo en aquel lugar al que llamó “el árbol
de la oscuridad.
” Ello le marcó y le hizo pensar que así vivía el pueblo venezolano,
en la más
completa oscuridad, sin guía, sin norte, sin orientación, por la
falta de
educación y por la acción de gobiernos nefastos. Desde entonces,
su vocación
de educador le acompañó hasta la muerte, acaecida en el año 1993.
Por otra parte, asombra la gran capacidad del pensamiento y
la obra del
Maestro Prieto, pues con su sabiduría, sus dotes investigativas
y su acción
precisa y contundente tomaba dos direcciones: primero, se
proyectó sobre
una Venezuela que, para 1936, sus grupos oligarcas se aferraban
a los valores
y prácticas oscurantistas del dominio gomecista.  El pueblo,
que padeció
tan espantoso tormento, era sometido a sangre, fuego y mazmorras,
dicha
dictadura. Tal tormento nubló a los venezolanos desde el 19 de
diciembre de
1908 hasta el 17 de diciembre de 1935. Dictadura que consolidó
la entrega
de nuestras riquezas naturales, en especial del petróleo y gas
(1918), al igual
que los gobiernos de 1958 a 1998, a las potencias extranjeras y,
particularmente, al imperialismo norteamericano, el cual
transformó nuestro
país en su hacienda particular. Bástese saber que más del 80%
de la población
 venezolana era analfabeta. Por ello consideraba que había
necesidad de crear
las instituciones necesarias para la formación, la educación del
venezolano en
función de transformarlo en un verdadero ciudadano, de una
Venezuela,
que según Mariano Picón Salas, para el año 1935, con la
muerte del
dictador apenas entraba en el siglo XX. Había que crear una
nueva mentalidad,
una acción desafiante, nuevas instituciones, para un proyecto
de país que
apuntara hacia promisorios y radiantes horizontes de dignidad,
soberanía
y Patria. En la formación del nuevo venezolano la innovadora
concepción
educativa debía integrar aspectos  económicos, políticos, sociales,
culturales.
En lo económico nuestros ciudadanos debían transformarse
en creadores
de riquezas a través del trabajo, capacitado para la producción,
distribución
y consumo de su propia producción como fuente de soberanía,
como
acción de autoabastecimiento y frente a las exigencias de una
realidad
retadora. Entonces el 80% de la población vivía en las zonas
rurales, carente
de tierras, y el trabajador agrícola, en su gran mayoría, apenas
ganaba
Bs. 1,oo diariamente. Vivía en ranchos de palma, y el paludismo
y la fiebre
amarilla, entre otras enfermedades endémicas, junto a los
terratenientes,
eran sus principales enemigos.
Esa nueva mentalidad obedecía a la necesidad de educar al
venezolano
vinculado a las nuevas realidades, a los fines establecidos  y
que se expresaron
en un cuerpo de principios: Vinculación de la educación a los
problemas
económicos y sociales de la nación, la valorización del trabajo
como deber
cívico fundamental, el aprovechamiento de nuestras riquezas
naturales, el
desarrollo de la capacidad productora del país.  A este conjunto
de principios
el Maestro Prieto
lo llamó “el sentido social y nacional de la educación.” Dada
la mayoría
campesina de la población proponía la Reforma Agraria. Los
fines educativos
por los cuales luchó para que se incorporaran al cuerpo legal
fueron: Lograr
el desarrollo de la personalidad; formar ciudadanos aptos para
la vida y el
ejercicio de la democracia; fortalecer los sentimientos de
nacionalidad;
acrecentar el espíritu de solidaridad humana; fomentar la
cultura; lograr el aprovechamiento de nuestras riquezas materiales
y desarrollar la capacidad
productora de la nación. Incluso, propuso capacitar al venezolano
tanto del
medio urbano como del rural,  en formas modernas de producción en
cooperativas. Todos estos valores y anhelos de su pensamiento los vemos
plasmados en el Proceso Bolivariano, pues frente al imperialismo no son
posibles sino a través de un Proceso Revolucionario..  
Para ello, luchó por la creación del Sindicato de Maestros de
Instrucción
Pública (1934), la Federación Venezolana de Maestros (1936) y
el Instituto
Nacional de Cooperación Educativa (INCE) en 1959. Como
fundador de
movimientos políticos ORVE, AD (1941), MEP (1967), como
parlamentario,
Presidente del Congreso Nacional,  ministro, presidente de
variados organismos
gremiales, tanto nacionales como internacionales,  y en fin toda
una vida
dedicada a una concepción educativa, difícil o imposible de
abarcar en
apenas tres cuartillas.
Todo ese cuerpo de ideas se asentó en la concepción  filosófica
que denominó
“Humanismo Democrático”, y que aplicó a través del esquema de
“La Escuela Unificada”. Igualmente estableció la tesis del
Estado Docente,
mediante la cual se plantea la responsabilidad, el deber y el
derecho del
Estado a brindar una educación acorde con un conjunto de valores
que
deben estar presentes en la formación del venezolano. Y con
respecto a
la educación superior  destacó los principios que deben guiar
a lo que
denominó la concepción de “Universidad Moderna”. De ella
afirmó que
“el deber ineludible
de toda universidad es ser anti-imperialista, con el compromiso
de crear  por
todos los medios “una atmósfera intelectual y moral de libertad,
de respeto a
las ideas ajenas y del saber por el saber, en que la autoridad sólo
se establezca
en el hombre que le sirve y lo desenvuelve, por su amor a la verdad,
por su
pasión científica y por su dedicación sin reservas a la cultura y
a la nación.”
Pensamiento vigente cuando observamos con estupor, en los tiempos
actuales,
 2012, cómo lidercillos seudo académicos, muy distantes de la
academia, de la
ciencia y del humanismo, han transformado las casas que vencen
las sombras
en antros de oscuridad, léase partidos políticos fascistas.
Definitivamente es su labor, es la forma de abordar y trabajar
con la realidad,
el segundo punto al que nos referiremos, y brevemente. Concepciones
tales
como la teoría marxista, con su correspondiente método dialéctico
y el
materialismo histórico, la teoría de sistemas y parte del pensamiento
complejo
aplicado a los fenómenos educativos, sociales, políticos, económicos,
históricos
y culturales, encontraron eco, y creemos, que rompió las  barreras
epistemológicas
de las ciencias sociales, para crear su propia visión o enfoque y así,
abordar
una realidad que le era angustiante, y le retaba a su propio quehacer y
concepción. Por ello su pensamiento irrumpió en la Venezuela
posgomecista,
se proyectó en el tiempo y se expresó en sus obras.
Como todo ser sensible, humanista, el Maestro Prieto manifestó
poéticamente sus numerosas inquietudes, en especial con respecto
al propio terruño. En torno a
ello, Miguel Otero Silva dijo de Prieto que en él confluyen los tres
quehaceres
nobles que puede cumplir un hombre sobre la tierra: el magisterio,
la revolución
y la poesía. Que no existe un maestro de escuela auténtico que no
albergue
en su corazón a un poeta. O, como lo afirmaron dos profesoras,
Rodríguez
Bello y Nelly Pinto: “Prieto transita el mundo de los sueños a través
de la
creación de estructuras poéticas que dan contenido a su identidad,
entendida
como identidad personal y como constructo social”.
 El pensamiento y obra  del Maestro Prieto Figueroa es la
de los
de Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Paulo Freire ..."
jucecar24@hotmail.com

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