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sábado, 29 de noviembre de 2014

Una serie de viajes que Eduardo Burger (Caracas, 1975) realizó a Barlovento para dictar talleres teatrales a los niños de la comunidad, fue el detonante inicial del Trompájaro, que ganó el Concurso Fundavag de literatura para niños. La historia de un chico sordomudo afectado por la tragedia de Vargas ya se encuentra en las librerías nacionales.

"Trompájaro": un libro que deviene en trompo

Eduardo Burger publicó el cuento con que ganó el premio Fundavag.

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El escritor venezolano prepara una trilogía para niños sobre el desplazamiento (Cortesía)
DANIEL FERMÍN |  EL UNIVERSAL
jueves 27 de noviembre de 2014  08:49 AM
Una serie de viajes que Eduardo Burger (Caracas, 1975) realizó a Barlovento para dictar talleres teatrales a los niños de la comunidad, fue el detonante inicial del Trompájaro, que ganó el Concurso Fundavag de literatura para niños. La historia de un chico sordomudo afectado por la tragedia de Vargas ya se encuentra en las librerías nacionales.

El título del libro es un juego de palabras que hace referencia a un trompo que saca el protagonista en el relato. Porque Burger vio un día, en la zona de El Guapetón, cómo la actitud de unos niños cambió cuando otro al que molestaban les mostró el juguete. Porque Trompájaro también es una historia sobre el encuentro y/o la tolerancia.

Eduardo Burger no sólo es escritor de libros para niños. También es poeta (autor de Por las endechas tejidas, 2006). La sonoridad propia de la poesía nutre la literatura infantil. "Buscaba jugar con la palabra. Los proverbios, los refranes populares, sus sonidos. Ver hasta dónde podía llevarlo. Parte de la literatura infantil se dedica a explorar eso. Un ejemplo es Eugenio Montejo", dijo el autor caraqueño, que aborda temas complejos para los niños en su obra.

Hay en Trompájaro elementos del acoso escolar, la migración, el dejar atrás la tragedia. Los libros para niños deben retratar la realidad de un país. "Yo no sé si exista un deber para la literatura que otra cosa que ser literatura. De por sí va a ser inevitable, dependiendo de autores y de momentos, tener que asimilar temas difíciles. La palabra está allí para darle amparo a esas inquietudes. La literatura infantil es un espacio para explorar nuestras preocupaciones".

Eduardo Burger tiene claro que un libro no puede modificar la realidad de todo un país. Eso no es razón para dejar de reflejar o abordar las cosas. El libro de los animales, por ejemplo, le sirvió a Aquiles Nazoa para inculcar en los pequeños el valor de la democracia. "Quizás un cuento pueda hacer algo por una persona, nada más. Nos hace caer en cuenta de algo, levantar la vista y fijarnos en otras posibilidades. Eso es muchísimo".

Trompájaro forma parte de una trilogía que indaga en los desplazamientos y en cómo mantener los lazos en medio de situaciones de ruptura. El diseño es otro de los atractivos del libro de Burger: es una suerte de caligrama que acompaña al contenido. Uno tiene que girar para leer. Es un libro que deviene en trompo. La segunda historia jugará con líneas al estilo de Gertrud Goldschmidt (Gego). Burger le cuenta sus propias inquietudes a los niños.

dfermin@eluniversal.com

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