Aqui estoy tranquila La danza de las horas llega La danza de la espera sigue. Yo soy la vida.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Eduardo Burger, escritor ganador del Concurso Fundavag de Literatura para niños, acaba de bautizar y editar su su libro Trompájaro. Trompájaro es una historia que recorre con sus líneas maestras, la lucidez y la fuerza que emanan del dolor, de las muchas migraciones del corazón, nacidas de la falta, de lo perdido y rescatado por la poderosa tolerancia, en esta Venezuela del sobresalto y de las mudanzas continuas.

Ganador del Premio Fundavag de Literatura para Niños publica Trompájaro

Trompájaro es una historia que recorre con sus líneas maestras, la lucidez y la fuerza que emanan del dolor, de las muchas migraciones del corazón, nacidas de la falta, de lo perdido y rescatado por la poderosa tolerancia, en esta Venezuela del sobresalto y de las mudanzas continuas.

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Numerosos estímulos originaron su obra, varios artistas, situaciones... (Cortesía)
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EL UNIVERSAL
lunes 24 de noviembre de 2014  12:56 PM


Foto: Luis Brito

Caracas.- Eduardo Burger, docente universitario y escritor, comparte sus conocimientos para la elaboración de guiones de radio, cine y televisión, ganador del Concurso Fundavag de Literatura para niños, acaba de bautizar y editar su su libro Trompájaro.

Trompájaro es una historia que recorre con sus líneas maestras, la lucidez y la fuerza que emanan del dolor, de las muchas migraciones del corazón, nacidas de la falta, de lo perdido y rescatado por la poderosa tolerancia, en esta Venezuela del sobresalto y de las mudanzas continuas.

Con las comunidades de Barlovento se topó este profesor cuando, en 1999, la vaguada reventó la represa de El Guapo y los pobladores a orillas del río lo perdieron todo: "sus casas... los árboles que solían dar sombra a las matas de cacao también habían sido barridos de golpe, y aunque muchos solo se habían mudado a diez o quince minutos de su pueblo, se notaba en sus palabras –y en sus ojos– que ya nada volvería a ser igual". Pero la alegría seguía allí, "¿cómo? ¿por qué?", se preguntaba Eduardo Burger cuando le detonó dentro el embrión de Trompájaro; una historia abrasadora con la cual ganó este escritor el Primer Concurso Fundavag de Literatura para Niños, y cuya edición ya ronda las librerías.

Era él entonces –y todavía– un facilitador de talleres de teatro y poesía, llevando el trabajo social de la UCAB y la Fundación Medatia a los barloventeños, cuando se topó "con la dolorosa y alegre manera que tenían de lidiar con la catástrofe sufrida", y empezó esa narrativa de migración múltiple que suele ser la vida en Venezuela: en la geografía, en los cambios padecidos, en tantas mudanzas que vive el corazón en estos tiempos, incluyendo esa mutación tecnológica radical que ha traído el vuelco de este siglo.

Bien vale la obra del periodista, profesor y guionista, el nacimiento de la colección La edad de oro, con el décimo tercer libro producido por la Fundación Rosa y Giuseppe Vagnoni, a través de su brazo editorial Fundavag Ediciones. Una historia irrigada de humanidad, que dispara al alma y a los sentidos, a través de Humberto, un niño sordo quien, por si fuera poco, pierde de súbito a su mascota y encima vive a diario, sumergido en su silencio, el acoso de otros pequeños coterraños. Hasta que, quién sabe por cuál causa o nostalgia, un poco de imaginación y uno que otro gesto de cortesía, vienen a ayudarlo ante una crueldad que no falla a su cita.

"Ribetes de éxodo grandioso"

Numerosos estímulos originaron su obra, varios artistas, situaciones... "Se trataba de un simple cuento de migración, pero también, quizá, del extenuante viaje que ha significado para muchos estos últimos 15 años en Venezuela". También fluyen en Trompájaro como un cauce subterráneo, la historia de su familia: padre y abuelo, "vinieron de Austria tras la Segunda Guerra Mundial. El exilio y retorno de mi madre y mis tíos junto a mis otros abuelos durante el gobierno de Pérez Jiménez", entre algunos antecedentes.

"Nadie duda, para bien, para mal, para lo que sea, que estamos en otro país, radicalmente distinto al de hace uno o dos años, al de hace siete, al de hace catorce. Como en el sueño de la escalera de Jacob, unos suben, otros bajan, unos se van, unos vuelven, otros dejan de regresar o de irse", dice Eduardo Burger.

–Acaso la migración de otro mentor, Virginia Aponte, directora de Fundación Medatia, quien tuvo que abandonar Cuba apenas se instauró el gobierno Fidel Castro, también se hizo presente. De modo que todas esas historias, que a lo mejor tienen ribetes de éxodo grandioso, cabían perfectamente en la sencilla mirada de un niño barloventeño, quien sufría por adaptarse a un pueblo a pocos minutos de la casa que perdió. Diez minutos, cinco años, quince años, sesenta años, ¿realmente importan la distancia y el tiempo –y la magnitud de la catástrofe– cuando lo que nos es más propio, cuando nuestra memoria, la alegre y la dolorosa, de pronto recibe amparo y resguardo en quienes menos esperamos, quién sabe si incluso, en quienes alguna vez adversamos, despreciamos o simple y llanamente, desconocimos?

Aquella primera materialización de la palabra mágica, Trompájaro, "vino la noche antes de conducir hasta Barlovento, cuando me quedé dormido con un bellísimo poema de Patricia Guzmán entre mis manos: Era La Boda. Durante las dos horas que le tomó al equipo llegar hasta los docentes, jóvenes y niños que tanto nos enseñaron, la cadencia de aquellas palabras y el signo del pájaro que atraviesa en bandada todo el poema, se negaron a abandonarme. Iba yo como un loco, todo el camino, anegado por el ritmo de sus versos".

Leer el cuento envolvente, con una gráfica también sorprendente y fuera de serie ideada por ABV taller de diseño y Waleska Belisario, es una experiencia multisensorial. Un delgadísimo hilo dibuja y desdibuja palabras que flotan y vuelan en torno a la vida de un niño especial –acaso uno entre muchos de aquellos desplazados de Barlovento-, conforme transforma pesadas cargas como el desarraigo y la exclusión, en tolerancia, esperanza y apertura.

Con este último libro de Burger, recibió en el mismo Concurso una mención especial, la escritora y arquitecta Ana Brett, por su cuento Angora, bellamente concebido, e ilustrado por ella misma con unas imágenes abrumadoras.

Y así, en la Fundación Rosa y Giuseppe Vagnoni que presidía Andreína Melarosa hasta hace apenas días, se acaba de pasar el testigo a Tina Melarosa, la presidenta para el próximo período de la institución; la cual a través de su brazo editorial Fundavag Ediciones, persiste con ese apego por el arte y por Venezuela, demostrando con cada libro producido que calidad y cantidad se dan la mano en sus distintas colecciones, a decir de Federico Prieto, Coordinador general de la editorial.

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