Eugenio Montejo fue un poeta y ensayista venezolano, fundador de la revista Azar
Rey y co-fundador de la Revista Poesía de la Universidad de Carabobo. Fue
investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos "Romulo Gallegos" de
Caracas, y colaborador de una gran cantidad de revistas nacionales y extranjeras.
En 1998 recibió el Premio Nacional de Literatura de Venezuela y en 2004 el Premio
Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo. Uno de sus poemas es citado en
la película 21 gramos, del director mexicano Alejandro González Iñárritu.
investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos "Romulo Gallegos" de
Caracas, y colaborador de una gran cantidad de revistas nacionales y extranjeras.
En 1998 recibió el Premio Nacional de Literatura de Venezuela y en 2004 el Premio
Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo. Uno de sus poemas es citado en
la película 21 gramos, del director mexicano Alejandro González Iñárritu.
Eugenio Montejo fue Profesor Universitario, Gerente Literario de la Editorial MonteAvila
de Venezuela. Como diplomático trabajo en la embajada de Venezuela en
Portugal en varias ocasiones.
de Venezuela. Como diplomático trabajo en la embajada de Venezuela en
Portugal en varias ocasiones.
El valor de su estimable obra poética y ensayística no ha parado de crecer en los
últimos años, siendo una de las más importantes y originales de la última mitad
del siglo XX.
últimos años, siendo una de las más importantes y originales de la última mitad
del siglo XX.
Fecha de nacimiento: 19 de octubre de 1938, Caracas
Fecha de la muerte: 5 de junio de 2008,Valencia
Publicó poesía infantil con el seudónimo de Eduardo Polo. Entre estas obras destaca Chamario, de 2003, del que se habían adelantado algunos poemas en otros libros (como la antología Poemas con sol y son, de 2001), pero que en su forma definitiva es un libro inseparable de las ilustraciones de Arnal Ballester. Su poesía para niños ("chamos", de ahí el título del libro) se caracteriza por la ruptura con las convenciones literarias, como por ejemplo la rima, que respeta y destruye al mismo tiempo: "Un niño tonto y retonto / sobre un gran árbol se montó. / Con su pelo largo y rubio / hasta la copa se subió"; la experimentación lingüística con afán lúdico: "La bici sigue la cleta / por una ave siempre nida / y una trom suena su peta... / ¡Qué canción tan perseguida!"; y en general, la presencia del absurdo cuando menos lo espera el lector. De su obra se ha escrito, por ejemplo: "Son poemas musicales, inteligentemente humorísticos, de los que parecen sencillos pero cuya composición revela talento poético y un gran dominio del lenguaje".
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Sin heterónimos: Eugenio
Montejo en Ekaré, por Pez
Linterna
Por Pez Linterna | 22 de Mayo, 2013
Viajar a Puerto Malo puede ser toda una aventura: Subir a la lancha, defender
la gorra del poderoso viento y tratar de descubrir rastros de tinta en el agua.
Cuenta una leyenda que bajo el mar se esconde la obra de Eduardo Polo,
uno de los colígrafos más importantes de Blas Coll. Polo era tan talentoso
que la gente del pueblo lo llamaba “el mago”, por su increíble capacidad
de rimar, jugar con las palabras y construir un particular ritmo poético.
Y fue el ritmo lo que lo llevó a buscar la música en otro país del
Caribe. Pero también existen muchas teorías sobre Eduardo Polo, y
una de ellas cuenta el día en que Blas Coll lo conoció en una plaza junto
a Tomás Linden y Sergio Sandoval. Algunos dicen que tomaban café,
otros que compartían una botella de guarapita de cacao, lo importante
es que brindaban en nombre de su creador: Eugenio Montejo.
la gorra del poderoso viento y tratar de descubrir rastros de tinta en el agua.
Cuenta una leyenda que bajo el mar se esconde la obra de Eduardo Polo,
uno de los colígrafos más importantes de Blas Coll. Polo era tan talentoso
que la gente del pueblo lo llamaba “el mago”, por su increíble capacidad
de rimar, jugar con las palabras y construir un particular ritmo poético.
Y fue el ritmo lo que lo llevó a buscar la música en otro país del
Caribe. Pero también existen muchas teorías sobre Eduardo Polo, y
una de ellas cuenta el día en que Blas Coll lo conoció en una plaza junto
a Tomás Linden y Sergio Sandoval. Algunos dicen que tomaban café,
otros que compartían una botella de guarapita de cacao, lo importante
es que brindaban en nombre de su creador: Eugenio Montejo.
Premio Nacional de Literatura en Venezuela (1998) y Premio Internacional
Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2004) son solo dos de los
reconocimientos que preceden la obra de Eugenio Montejo, un poeta
vital que sabe jugar con el lenguaje, como si caminara por una casa de
espejos: quiebra, cambia, transforma y hasta crea identidades
diferentes para algunas de sus obras literarias. Eduardo Polo fue
uno de ellas, de quien, además, subraya una supuesta fama en
Puerto Malo por anunciar en el periódico local: “Todavía no comprendemos
que escribir para niños es algo perfectamente serio”. Polo existió en
el genio poético de Montejo y sobrevive en los restos de una obra que
recopiló Ediciones Ekaré en el 2004, en su colección Rimas y Adivinanzas.
Chamario, como se titula el libro, proviene de una derivación de la
palabra chamo, con la que involucra al niño como principal lector de
estos poemas. 20 poemas que rompen con el sentido del lenguaje,
se sobreponen al absurdo de sus composiciones, e invitan a
apropiarse del lenguaje para descomponerlo… y así entenderlo. El lector
juega y también siente o reflexiona con los temas que varían dentro del
lirismo de los textos. Si a eso se le suma la compañía de las ilustraciones
del Premio Nacional de Ilustración en España (2008), Arnal Ballester,
obtienes un libro de doble dimensión: las poderosas imágenes
poéticas se refuerzan con la abstracta y también humorística visión de
las ilustraciones. Si Montejo (Polo) cuenta sobre una variación de animales,
Ballester muestra una serpiente eterna sobre la que caminan estas
variantes; es un libro ilustrado que invita, como el poema, a visitar
la imagen, desmontarla y disfrutarla.
A casi diez años de la publicación de Chamario, Ekaré presentó en la
librería Lugar Común, su nuevo libroDisparate, un poema de Eugenio
Montejo (ahora sin heterónimos) e ilustrado por Gerald Espinoza. En un
homenaje a la obra poética de este autor, fallecido hace casi cinco años,
se publica un poema llevado a un nivel de lectura distinto: el libro
álbum. Gerald Espinoza, ilustrador venezolano conocido por sus obras
Perro Picado, Los pollitos dicen, Gallo Gali Galo, ABCirco, entre otras,
asume introducir una nueva historia dentro de este país imaginado
por Montejo, en el que todo ocurre al revés. Un país de absurdos en
el que un niño se lanza a la aventura de reencontrarse con uno de sus
seres queridos. Este viaje del niño protagonista a través del raro país
contado por Montejo, fue recreado en el bautizo ante el público. En vivo,
Gerald ilustró algunas de las imágenes del libro acompañado por
buena música (sonaron canciones de Yann Tiersen, Detektivbyrån y
Emir Kusturica & The No Smoking Orchesta, por nombrar algunos)
y la lectura del poema en voz de Reyva Franco.
Este tránsito por lo disparatado, hace reflexionar sobre la construcción
de la infancia en Montejo que estaba muy relacionada a su propia
experiencia. En una entrevista para el blog Literaturas.com, Montejo
contaba que “la infancia de quienes cuentan más o menos mi edad estuvo
más cerca de los árboles, los animales, el campo. El muchacho de hoy,
cuando no tiene la fortuna de salir a las aldeas, debe resignarse al mundo
virtual, en el cual sólo conoce a los animales por imágenes.
Digamos que este no es un fenómeno solamente venezolano;
en nuestra época se tiende a ser más urbano en la medida en que se
afirma la ciudad nueva. Y en esa misma medida se aleja
también la posibilidad de la contemplación”. En Disparate, el álbum
da pie a una contemplación distinta de este lenguaje poético: desde
los detalles de las guardas hasta las imágenes plásticas y surreales,
existe un rescate de esa infancia de la que Montejo habla, enmarcada
en el viaje de un niño en la búsqueda de su mascota.
Eugenio Montejo es un poeta pilar, es una identidad y un imaginario.
Introducir al niño a su lectura, sin el andamiaje de ser un gran nombre
de la literatura, permite pensar sobre la lengua y ejercitar el
músculo de la imaginación y la reflexión. Estos libros publicados por
Ekaré mantienen vigente su obra infantil y hacen que sus palabras
resistan al tiempo. O como diría el mismo Eduardo Polo, en
el poema Cuando yo sea de Chamario: “Cuando no sea nada /
sino sombra y humo, / guárdame en tu almohada / que yo la perfumo.”
Introducir al niño a su lectura, sin el andamiaje de ser un gran nombre
de la literatura, permite pensar sobre la lengua y ejercitar el
músculo de la imaginación y la reflexión. Estos libros publicados por
Ekaré mantienen vigente su obra infantil y hacen que sus palabras
resistan al tiempo. O como diría el mismo Eduardo Polo, en
el poema Cuando yo sea de Chamario: “Cuando no sea nada /
sino sombra y humo, / guárdame en tu almohada / que yo la perfumo.”