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viernes, 25 de julio de 2014

La historia puede tener aristas que descubren acuciosos investigadores e historiadores, pero el argumento central, los hechos reseñados por mil plumas, testimonios y documentos, están allí, inamovibles en el tiempo, desmintiendo a los tergiversadores

Notitarde 23/07/2014
231 años del Natalicio de Simón Bolívar

Las madres del Libertador


Charito Rojas
La historia puede tener aristas que descubren acuciosos investigadores e historiadores, pero el argumento central, los hechos reseñados por mil plumas, testimonios y documentos, están allí, inamovibles en el tiempo, desmintiendo a los tergiversadores.
Hoy se cumplen 231 años del nacimiento en aquella ciudad colonial de apenas 40.000 habitantes, del niño que vino al mundo para seguir un destino extraordinario. Su mismo nacimiento fue un milagro y todos los sucesos de su infancia y adolescencia marcaron el espíritu, la mente, el temple, de un hombre que aún hoy, es admirado y conocido en el mundo entero. El caraqueño universal, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad  Bolívar  Palacios y Blanco
Bienvenido Simón
Doña María Concepción Palacios y Blanco, una joven de 24 años que afrontaba su cuarto parto en 9 años y Don Juan Vicente Bolívar y Ponte, 30 años mayor que su bella consorte, pertenecían a la aristocracia mantuana. Eran criollos, descendientes de españoles que  habían acumulado enormes fortunas y múltiples propiedades en la tierra de gracia.
Pero si bien la economía no era su problema, la salud sí. Doña María Concepción padecía un mal común para la época, la tuberculosis, y cuando salió embarazada por cuarta vez, pasaba por una fuerte secuela de la enfermedad. La gestante era devota del Nazareno de San Pablo y de la Santísima Trinidad, patrona de la familia Bolívar a quien pidió por la vida del nonato. Ofreció a las tres Divinas Personas que si el bebé sobrevivía, le colocaría tal nombre. Ella era una ferviente católica y en su casa ubicada entre las esquinas de San Jacinto y Traposos, a pocos metros de la Plaza Mayor, dispuso un oratorio personal.
Después de un largo proceso de parto, en una noche lluviosa y ya para despuntar el 25 de julio de 1783, nació un varón, pequeño pero sano, al que su madre se negó a nombrar Santiago cuya festividad se celebra el 25 de julio y tampoco Pedro, como quería su padre. El nombre elegido era Simón, como sus antecesores que vinieron de Vizcaya  y sus descendientes, que repitieron constantemente el nombre del precursor, Simón Bolibar (sí, con "b")  El Viejo. José Antonio porque le gustaba y de la Santísima Trinidad para cumplir la promesa.
Al momento de nacer Simón, una vecina ducha en las artes de comadrona, la ayudó. Inés Mancebo de Miyares, de origen cubano, había dado a luz hacía un mes a una niña llamada Úrsula y se ofreció a compartir con el recién nacido su leche materna, hasta que llegara de la hacienda de San Mateo una esclava de nombre Hipólita. Ella había sido escogida, por su fuerte complexión y vigoroso carácter, como nodriza del bebé Bolívar.
El 30 de julio, como se acostumbraba en la época, el recién nacido es bautizado en la iglesia Catedral, ataviado con un faldellín tejido en hilo blanco con bordados de organza, y confeccionado con las mejores telas traídas de Holanda, que solo podían pagar los adinerados de la colonia. Lo bautiza su padrino y pariente de su madre, Pbro. Juan Félix Jerez de Aristeguieta; le rodean sus padres y sus tres hermanos mayores, María Antonia de 6 años, Juana  de 4 y Juan Vicente, de apenas 1 año.
Pero el crítico estado de salud de doña María Concepción requería el apoyo de madres sustitutas en la crianza del recién nacido.
La madre cubana 
El apoyo lactante de Doña Inés Mancebo Quiroga de Miyares,  quien vivía cerca de la casa de los Bolívar Palacios, fue providencial para la joven madre que por su enfermedad no podía alimentar al bebé. Doña Inés nació en Santiago de Cuba, colonia española al igual que lo era la provincia de Venezuela,  casada con Fernando Miyares y Pérez Bernal, en La Habana en 1766. 
Se trasladan a Venezuela donde el esposo, como funcionario de la corona, ocupa importantes cargos. Cuando Simón nace, Miyares era gobernador de Barinas; fundó en 1788 San Fernando de Apure. Después de la renuncia del capitán general Vicente de  Emparan y Orbe, a raíz  del movimiento revolucionario del 19 de abril, Miyares fue designado en ese cargo el 23 de julio, y le entrega al capitán de fragata Domingo de Monteverde el 30 de septiembre de 1812. En 1814 Miyares es gobernador militar de Maracaibo. Por problemas de salud, regresa a su natal Cuba donde fallece en 1818. Los historiadores dicen que dejó en Venezuela un historial de hombre probo y distinguido.
Su viuda, Doña Inés se residencia en Coro,  en la actual calle Falcón, entre 1819 y 1821. El matrimonio Miyares Mancebo tuvo nueve hijos, cinco varones y cuatro hembras.  Úrsula, la "hermana de leche" de Simón Bolívar se casó con el oficial realista Ramón Correa y Guevara, elogiado por el Libertador por su bravío comportamiento y dignidad en la batalla. Con grado de coronel, Correa es derrotado por Bolívar en 1813 en Cúcuta; ocupó importantes cargos, fue gobernador en Maracaibo y Barinas y Capitán General de Venezuela desde 1819 hasta 1821. El ya general Correa es el jefe de la comisión española que junto con el general Antonio José de Sucre por los republicanos, redactan los Tratados del Armisticio y Regularización de la Guerra, firmada el 27 de noviembre de 1820 en Trujillo por Bolívar y Morillo.
El 15 de junio de 1821 en Valencia, le entrega el mando al general Miguel de la Torre y Pando, quien resultó derrotado por el Libertador el 24 de junio de 1821 en Carabobo. Correa se retira a Puerto Rico, pero deja sus raíces familiares en Venezuela.
Inés Mancebo de Miyares, mantuvo con el Libertador un afecto filial. En 1813, el gobernador de Barinas, coronel Manuel Antonio Pulido, confiscó la hacienda de los Miyares Mancebo. Doña Inés acudió a Simón y éste envía al gobernador una carta en estos términos: "Cuanto usted haga a favor de esta señora, corresponde a la gratitud que un corazón como el mío sabe guardar a la que me alimentó como madre. Fue ella la que en primeros meses me arrulló en su seno. ¡Que más recomienda que ésta para el que sabe amar y agradecer como yo!".
Las madres Hipólita y Matea
Si bien doña María Concepción era una madre dulce y pendiente de sus hijos, a quienes tocaba melodías en flauta, instrumento que dominaba, educándoles en los modos sociales, la enfermedad y las sucesivas maternidades la agotaron. Por eso, tal como acostumbraban las damas de alcurnia, se apoyaba en sus esclavas para la crianza y juegos de sus hijos.
Hipólita Bolívar (los esclavos tomaban el apellido de sus amos) nació en San Mateo en 1763, por lo tanto contaba con 20 años cuando nació el cuarto hijo de doña María Concepción. Se casó con Mateo, de la servidumbre de la familia Bolívar en la hacienda Santo Domingo de Macaire en Caucagua.
Había sido avisada que sería nodriza del pequeño Bolívar por nacer, pero su parto ocurrió casi un mes después, por lo que Doña Inés Mancebo de Miyares se encargó de amamantarlo. Cuando dio a luz a su hijo Dionisio, fue llevada a Caracas para completar la lactancia del bebé. Ella se encargó de todo lo referente al niño, de su comida, su ropa y sus primeros pasos. Bolívar siempre le profesó gran afecto. En carta enviada desde Cuzco, Perú, en 1825 a su hermana María Antonia, escribe: "Te encargo a mi madre Hipólita, para que le des todo lo que ella quiere, para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida". Cuando El Libertador entra triunfante en Caracas en 1827, vió entre la multitud que lo vitoreaba a Hipólita. Dicen que Bolívar desmontó y emocionado la abrazó al reconocerla. 
El hijo de Hipólita, Dionisio, participó como sargento en la batalla de Carabobo. En 1821 Simón Bolívar dio la libertad a todos sus esclavos, entre ellos a su madre de crianza. Hipólita murió en Caracas en 1835, con el gran luto de la muerte de su niño Simón. Sus restos fueron enterrados en el panteón de la Santísima Trinidad en la Catedral de Caracas, propiedad de la familia Bolívar.
La otra esclava que acompaña la infancia del Libertador es Matea, nacida en San Juan de Tiznados en 1773. A los 12 años la llevan a Caracas para ser aya y compañera de juegos del niño Simón. Cuando muere Doña María de la Concepción, María Antonia que ya está casada  con su primo Pablo Clemente Francia Palacios, se lleva a su hermanito y al aya para su casa. Cuando el joven Simón regresa de España casado con María Teresa del Toro, Matea los acompaña a la hacienda de San Mateo, donde se radica el joven matrimonio. Tras la prematura muerte de la joven ama, Matea se queda en el Ingenio Bolívar. Dice el historiador Eumenes Fuguet que Matea presenció el ataque de José Tomás Boves y el sacrificio del capitán Antonio Ricaurte el 25 de marzo de 1814. 
Matea vivió con María Antonia Bolívar en Caracas, pero en 1821 se mudan a Curazao, acompañadas por Juana Bolívar. Regresan a Venezuela en 1823. Cuando muere María Antonia, su hija Valentina Clemente Bolívar de Camacho se lleva a la negra Matea. Con 102 años, la antigua esclava y aya de Bolívar tuvo el honor de ir del brazo del presidente Antonio Guzmán Blanco el 28 de octubre de 1876, cuando los restos del Padre de la Patria fueron trasladados a la antigua Iglesia de la Trinidad, remozada y engrandecida como Panteón Nacional. 
Matea, un prodigio de longevidad, vivió hasta los 112 años, para tener el honor de jugar, crecer, servir al Libertador en vida, llorarlo en su muerte y tener el orgullo de su gloria. Está enterrada en la cripta de la familia Bolívar en la Catedral de Caracas.
Charitorojas2010@hotmail.com
Twitter:@charitorojas


Hace algunas semanas, recibí un correo de quien se identificó como descendiente de Doña Inés Mancebo de Miyares, a propósito de la polémica generada por la insólita razón de que la dama era cubana. Éste es el texto de la correspondencia:
Soy descendiente de Inés Mancebo de Miyares. Mi madre, Lourdes González de Cuevas, investigó esa historia en el año 1992, buscando la tradición de unas tierras que dejara en Apure mi abuelo  (José de la O González Pérez, hijo a su vez de José de la O González Miyares).
Esa historia fue además documentada con las Fe de Bautismo de Ana María Paula Vicenta Miyares Mancebo y Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, quienes nacieron con  apenas un mes de diferencia.
La carta a la que hace referencia el Libertador fue hecha para que le restituyeran sus pertenencias, que les habían sido confiscadas cuando la invasión de Monteverde.
A la muerte de mi abuelo,  las escrituras se habían perdido con lo cual no sabíamos ni siquiera la ubicación de ellas, es por una casualidad del destino que mi tío Ricardo González, quien tenía para la época una compañía de telecomunicaciones en Barinas, visita una finca para instalar unas antenas repetidoras (no existían celulares y las fincas se comunicaban con sistemas de radio aficionado), cuyos linderos eran tierras que pertenecían o habían pertenecido a José de la O González Miyares. Es ahí cuando comienzan las investigaciones. Mi madre que era abogado, se encargó por supuesto de todo lo concerniente al rescate legal de las tierras. Sé qué incluso se hizo un árbol genealógico desde donde se obtuvo el lugar que les correspondía en la descendencia. Las tierras fueron ubicadas perfectamente y demostrada la propiedad legal, debo decirte que después de la conversión de leguas, como originalmente constaba en el documento, era un número abrumador de hectáreas. Lamentablemente, cuando ya se tuvo todo a punto legalmente para su reclamo, ganó Hugo Chávez la presidencia y con su Ley de Tierras dio al traste con todo el esfuerzo. Una parte había sido invadida.
Mi mamá fue una persona muy estudiosa y antes de abogado fue maestra, de ahí su pasión por la historia. Mi madre " La Morocha Cuevas" murió hace 3 años, y me emociona mucho que su trabajo se conozca ahora.
Sé qué sabrás hacer un bonito trabajo con esta información. Lamentablemente no poseo fotos de los personajes.
Con afecto,
Beba Cuevas de Díaz

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