Hojas verdes en Octubre Las verdes hojas del mes de Octubre Las blancas flores de la ilusión Abren capullos en mi existencia y primavera en mi corazón Las verdes hojas del mes de Octubre Se pintan luego de oro y rubi Se van volando, libres al viento y yo, el otoño vivo feliz Las verdes hojas del mes de Octubre Son almanaques en mi vivir Me dicen vive suave alegría Este es el mes en yo nací Llega el otoño, viene el invierno Verano surge, sin avisar. La primavera se va de prisa Tienes la vida para pensar. Las verdes hojas del mes de Octubre Tan sólo quieren comunicar Que el tiempo es bueno para la siembra Que en el futuro cosechará Este poema tiene una bella historia. Fue recitado el 1 de Junio de 1996 en la Casa Páez de Valencia (Edo.Carabobo) en ocasión de la celebración de un cumpleaños más de Lucy. La Casa del General en Jefe se encontraba abarrotada de amigos de la poetisa, y hasta por las grandes ventanas que la hermosa casa posee, la gente se asomaba para disfrutar la velada y aplaudir los poemas recitados...Nunca en la Casa Páez todos los presentes cantaron a coro y entre aplausos, la famosa balada de Roberto Carlos "Yo quiero tener un millón de amigos"(1994)...Ese día sucedió
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lunes, 29 de julio de 2013
Hojas verdes en Octubre (Poema recitado el 1 de Junio de 1996 en la Casa Páez de Valencia, con un lleno total de amigos con motivo de un aniversario más de Lucy)
DANZARINA
DANZA
Momento de Espera
ESPERA
ROSTROS
"Toque de color"
miércoles, 24 de julio de 2013
Cuerpos anónimos.
viernes, 12 de julio de 2013
RETRATOS
YO SOY...DANZA EN AZUL
Soy profana
martes, 9 de julio de 2013
"Soy profana"...
Lucy Magallanes de Ortega...Pintora
En el mes de Setiembre de 2004, la Alcaldía del Municipio Valencia, siendo Alcalde Francisco
(Paco) Cabrera Santos (Canarias, España 14 de mayo 1946- Miami (USA) 26 de febrero 2010)
personaje de grata recordación por su excelente labor al frente de
los destinos de la capital
carabobeña, publicó el libro
"Profana", impreso en los Talleres Clemente Editores, 115 p.
escrito e ilustrado por Lucy Magallanes de
Ortega...Alli está una importante cantidad de las
pinturas que Lucy ha
realizado,reproducidas por su sobrino, el fotógrafo Leonardo Rojas
Magallanes, acompañadas de su respectivo
poema, tal como se hizo en una de las primeras exposiciones del joven fotógrafo, en aquellos tiempos de sus comienzos "enamorado del movimiento dancístico", quien exhibió fotografías de las pinturas de su tía y sus poemas sobre el tema de la danza y el ballet, otras de las grandes pasiones de Lucy.
El prólogo muy hermoso de "Profanas" fue escrito por el fallecido Cronista de Valencia, Dr.Guillermo Mujica Sevilla (Valencia 10 de febrero de 1926- Valencia 27 de mayo 2013) El diseño de portada y diagramación son de Arnaldo Alvarado y el diseño y montaje de José Rodríguez.
El prólogo muy hermoso de "Profanas" fue escrito por el fallecido Cronista de Valencia, Dr.Guillermo Mujica Sevilla (Valencia 10 de febrero de 1926- Valencia 27 de mayo 2013) El diseño de portada y diagramación son de Arnaldo Alvarado y el diseño y montaje de José Rodríguez.
Gracias
a este libro, accedemos un poco más al Alma de Lucy además de
disfrutar
de su sabrosa y auténtica poesía.
lunes, 8 de julio de 2013
La fuente de inspiración para esta nueva entrada del blog: Justicia, amor, paz y creación resume lo que es la obra plástica de Lucy Magallanes de Ortega, quien expresa el deseo de unirse a todas las cosas desdoblándose en la mística de la fraternidad cósmica y en la unión con el Todo, que se expresa en cada uno de los cuadros que voy a presentar.
Lucy Magallanes de Ortega frente a los cuadros que ha pintado inspirada solamente en su
sensibilidad y autenticidad, sin estudios en pomposas escuelas de arte...sólo nutriéndose de lo que sale de su ALMA y la conciencia de que si en su trabajo, el hombre olvida que es un colaborador de Dios, puede hacer violencia a lo creado y provocar daños que tienen siempre consecuencias negativas incluso en el hombre, como vemos en tantas ocasiones, desgraciadamente.
sensibilidad y autenticidad, sin estudios en pomposas escuelas de arte...sólo nutriéndose de lo que sale de su ALMA y la conciencia de que si en su trabajo, el hombre olvida que es un colaborador de Dios, puede hacer violencia a lo creado y provocar daños que tienen siempre consecuencias negativas incluso en el hombre, como vemos en tantas ocasiones, desgraciadamente.
Hoy más que nunca, es evidente, que el respeto por el ambiente no puede olvidar el reconocimiento del valor de la persona humana y de su inviolabilidad, en cada fase de la vida y en cualquier condición. El respeto por el ser humano y el respeto por la naturaleza forman una sola cosa, pero ambos pueden crecer y tener su justa mesura si respetamos, en la criatura humana y en la naturaleza, al Creador y a su creación.
El respeto al ser humano nos lleva a respetar el entorno en donde vivimos nosotros y nuestros descendientes tendrán que vivir. Respetar la naturaleza no debe implicar negación de la dignidad humana, sino todo lo contrario. Dios nos hizo responsable de ella y nos pedirá cuentas, al igual que se hace evidente en la parábola de los talentos.
La razón de cuidar de la creación no es que esta tenga más dignidad que el ser humano, sino que nuestra dignidad nos responsabiliza de lo creado y puesto en nuestras manos. Es complicado unificar una postura espiritual y una postura activa en defensa de la naturaleza. Parece que fuesen dimensiones excluyentes, pero esto no es así. Muchos santos han sido personas respetuosas que veneraban a Dios en Su reflejo en todo lo creado y han amado a sus semejantes, a través del cuidado del entorno ambiental y humano.
Es evidente, que en la tierra, no hay un futuro bueno para la humanidad, si no nos educamos todos a emprender un estilo de vida más responsable frente a lo creado. Y este estilo se aprende ante todo en la familia y en la escuela.La vida de Lucy Magallanes de Ortega es una invitación al Animo, pues, a los padres a los responsables escolares y a los profesores a llevar adelante, con empeño, una constante atención educativa y didáctica con este sentido.
Lucy Magallanes de Ortega fue una maestra que asumió en su vida la responsabilidad de hacer conscientes a las futuras generaciones de la dignidad de cada persona y de la necesidad de que esta dignidad nos mueva a procurarnos unos a otros las mejores condiciones de vida y de desarrollo humano. Se acercó a los padres de sus alumnos y a las más altas autoridades oficiales y privadas para demostrarles que también son responsables de primera fila pues hemos de enseñar que el amor a Dios nos obliga cuidar de la creación y el amor al prójimo a cuidar el medio que nos rodea y nos alimenta.
Lucy desde muy niña transmite a quienes la rodean que debemos dar gracias a Dios por todo lo que nos ha regalado y por ser capaces de cuidarlo y darle esplendor. Estimado lector, gracias por compartir este blog pues desde él una maestra venezolana nos enseña a cuidar la naturaleza que es préstamo y encomienda que Dios nos ha dado, y a amar al prójimo con verdadero Amor nacido desde lo más profundo del corazón.
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Lucy Magallanes de Ortega, mujer de exquisita sensibilidad...Pero ¿qué es la sensibilidad, maestra?...La sensibilidad, es el valor de conmovernos y compadecernos de otros, el valor que permite que nuestras emociones actúen. A veces, simplemente estamos tan bien que no somos humanos para pensar en el dolor de otros… Estamos tan inmersos en nuestra realidad que vamos pasando por encima de otros y siendo egoístas con la ayuda que podemos brindar para el bienestar de otros. La sensibilidad no es hacer parte del problema de otros, o quedarnos llorando por una tragedia que pasa otro, sino idear y ayudar a la solución de la situación de otros. Ser sensibles es anhelar que nuestra vida traiga impacto positivo al mundo y a la vida de otros, genere sonrisas y felicidad, provea bienestar a la vida de los demás.
Sensibilidad el valor que nos hace despertar hacia la realidad
En el lenguaje cotidiano la palabra "sensibilidad" designa la capacidad para captar valores estéticos y morales, pero en la filosofía kantiana esta expresión designa la facultad para tener sensaciones; aunque no es muy exacto, podemos identificarla con la percepción. La Sensibilidad se divide en Sensibilidad interna y Sensibilidad externa; la Sensibilidad interna es la percepción interna, es decir la capacidad para tener un conocimiento inmediato, directo, de la propia vida psíquica, como cuando sabemos que estamos tristes o que estamos recordando o pensando; la Sensibilidad externa es la percepción externa, es decir la capacidad para tener un conocimiento inmediato de los objetos físicos, como cuando vemos una mesa o escuchamos una canción. El espacio y el tiempo son formas a priori de la sensibilidad externa, y el tiempo es la forma a priori de la Sensibilidad interna.
La sensibilidad puede entenderse como la facultad de experimentar impresiones físicas, y esto es una función que corresponde a los nervios, y se relaciona directamente con el proceso psíquico de la percepción, pero también con la facultad de sentir vivamente, y en este caso se conecta con la emotividad, los sentimientos de compasión y de humanidad, y directamente con todas las manifestaciones del arte. Desde este punto de vista la sensibilidad está muy concatenada con los procesos afectivos.
Podemos afirmar que la sensibilidad nos hace despertar hacia la realidad, descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al desarrollo personal, familiar y social. Con sentido común y un criterio bien formado, podemos hacer frente a todo tipo de inconvenientes, con la seguridad de hacer el bien poniendo todas nuestras capacidades al servicio de los demás.
La Historia se va a encargar de ponerlo todo en su justo lugar. Ojalá sigamos en un camino de evolución para ver si en algún momento dejamos como mayoría de ser hijos que necesitan un papá y seamos adultos que podamos convivir y resolver los problemas en colectivo y tomando en cuenta al otro, pensando en el otro... Estamos en una fase de afirmación, y debemos tenerlo muy claro para querernos como esos adolescentes que somos, porque si hay algo que nos hace falta es querernos como país.
ENTREVISTA ELIO PALENCIA, DRAMATURGO
"Somos una sociedad de muchos niños"
"Sigue habiendo esa necesidad de liderazgos confiables, la mayoría tiene ese deseo" "Ojalá sigamos en un camino de evolución para ver si dejamos de ser hijos que necesitan de un papá", señala el dramaturgo.
Asistió a los talleres de José Sanchís Sinisterra (Venancio Alcázares)
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ | EL UNIVERSAL
lunes 8 de julio de 2013
Tierra Santa de Elio Palencia fue la gran ganadora en el Premio Municipal de Teatro "César Rengifo" 2013, que otorga la Comisión de Educación y Cultura del Concejo del Municipio Libertador (Caracas). Fueron seis categorías, incluyendo mejor producción, dirección (Costa Palamides) y texto. Además esta semana se anunciaron los ganadores de la Tercera Muestra de Dramaturgia de Rajatabla y una de las obras que será montada es Miniña, también del autor maracayero nacido en 1963.
Los dramaturgos tienen una sensibilidad especial para acercarse al país y su gente, y Elio Palencia no es la excepción. Desde su primera obra, Detrás de la avenida (1988) hasta Promoción "Honor a mis padres" (2009), aborda problemas con la familia, el padre, la madre, los hijos, la apatía, la desconfianza, el machismo, los conflictos de género, el VIH... Sin embargo, no se considera un intelectual. Que no lo llamen para cambiar el mundo, dice, mas sí para amar un país que según él, está quizás pasando a la adolescencia, con todo lo que esto implica.
-¿Para qué le sirven los premios a un dramaturgo?
-(Silencio).
-Pregunto entonces ¿Qué siente el dramaturgo al ser premiado?
-Siempre es un reconocimiento a un trabajo que uno hace por vocación y por mucha voluntad sobre todo, el tipo de teatro que uno hace, que no tiene aspiraciones más que estéticas, comunicacionales, de cierto riesgo ético, sin aspiraciones económicas. Así que los premios siempre son un estímulo y un compromiso.
-¿Un peso?
-Sí, pero un peso sabroso, sobre todo, porque yo desde que comencé a escribir siempre lo he hecho por una necesidad.
-¿Qué le pasaba por la mente cuando escribió su primera obra de teatro?
-Querer hablarle a mi generación que yo sentía que no estaba en los escenarios... Yo veía las cosas de José Ignacio Cabrujas, Rodolfo Santana, y veía como se dirigían a su generación y cómo por retruque eso lo tocaba a uno, y era una maravilla.
-Vivió 13 años en España (desde 1991) ¿Qué herramientas obtuvo para mirar el país?
-Madrid la veo como otra casa. Allí viví muchas cosas como inmigrante. En España entendí que soy un escritor venezolano y quién es mi público. En principio, yo escribo para la gente de aquí.
-Tierra Santa tiene un planteamiento sobre la paternidad ¿Qué reflexiones le ha generado esa pieza sobre el país? ¿Necesitamos un padre o ya estamos grandecitos?
-Creo que sigue habiendo una necesidad de liderazgos confiables, la mayoría tiene ese deseo. No sé si sea lo más deseable, lo mejor, pero sí creo que eso responde a unos procesos mucho más complejos. La esperanza es que eso cambie no solo aquí sino en otras partes del mundo. Para crecer hay que romper con el padre, pero eso no significa que lo mates literalmente; lo matas simbólicamente, creces, eres un ciudadano, un adulto. Entonces esa adultez sigue siendo una necesidad para todos, adultez como ciudadanos. Somos una sociedad de muchos niños que no respetan al otro, que no lo toman en cuenta, entonces cuando eso sucede -y lo vemos cotidianamente, en muchas cosas, yo no pienso en ti para la cola y me coleo, cosas que uno ve desde que es niño- hay que cambiar con educación. Mientras en la sociedad la mayoría no sea adulta hay necesidad de una figura de autoridad que ponga orden, aunque, repito, no es lo deseable. Lo deseable es que seamos una sociedad de adultos.
-¿Está el artista para cambiar situaciones o para alertar?
-Para muchas cosas, y lo digo humildemente, y depende de cada uno. Yo por ejemplo, no creo que tenga que dar un mensaje. El artista está, primero, para intentar ser libre y dentro de su libertad ejemplificar creativamente con los demás en cuanto a la vida, el transcurrir. Creo que en parte, para dar goce, para hacer sentir que la vida va mucho más allá de cubrir unas necesidades inmediatas (comer, dormir, respirar), para elevar el espíritu también y en mi caso particular, a mi me gusta compartir preguntas más que certezas -que no tengo muchas, la verdad-, y eso lo hago con las herramientas del teatro: personajes, conflicto, acciones y con esa cosa viva de un acto efímero que me gusta mucho desde niño.
-¿Cree que el teatro sea incómodo para el poder?
-Podría ser, pero fíjate tú que eso me suena a veces un poco utópico porque siendo realistas, en Venezuela y el mundo el teatro de arte con cierta voluntad de riesgo no tiene un alcance así de grande, no es tan masivo como para que esa incomodidad sea tan grande, eso es en cierta medida fantasioso y hasta pretencioso. Alguna vez sí lo fue. Lo que tiene el teatro es otra cosa y es que es un reducto del pensamiento de la Humanidad y desde ese punto de vista es una posibilidad de que el hombre se vea, se siga viendo. No creo que eso sea lo que influya en que no tengamos una política.
-¿Ni siquiera las redes sociales y nuevas tecnologías aumentan la escala del teatro?
-Indudablemente aumentan la escala pero no creo que sea tan grande así. Muchos lo quisieran. Una vez estuve en un encuentro en Málaga en el que estuvo José Saramago -un señor del Partido Comunista, con una coherencia y una calidad artística inmensa- y lo primero que él dijo fue: Señores, la literatura no cambia al mundo; lo cambia la televisión. La literatura -y en eso también está el teatro- no tiene ese poder transformador en este momento, ayuda a que el hombre pueda estar sensibilizado y pueda acceder al cambio o cambiar, pero de por sí no lo cambia, es una vía, una herramienta, pero no tiene ese alcance. Y en esto yo creo que lo que sigue para salvar nuestro teatro es el voluntarismo de los que lo hacemos, de Contrajuego, Escena de Caracas, Teatrela, TET... Hay cosas positivas como las funciones a 15 bolívares que permiten que mucha gente se acerque al buen teatro por primera vez.
-¿Escribe una obra de teatro ahora?
-Tengo un proyecto para la televisión digital, una serie para niños, que me tiene muy entusiasmado. Hace 5 años se la mostré a Venevisión y no me paró; hace como un año se la mostré a José Antonio Varela de la Villa del Cine y este mes pasado acaba de salir el presupuesto. Además coordino un teleteatro de 13 emisiones que hace también la Villa para la televisión digital, para el que están convocados dramaturgos de todas las tendencias: César Rojas, Lupe Gehrenbeck, Gennys Pérez, Javier Vidal, Javier Moreno, Mónica Montañés...
-¿Y cómo está el clima político allá adentro? ¿Le está permitido ser crítico con el actual Gobierno?
-Yo jamás he tenido problemas con eso, yo soy y seré muy crítico con el que esté. Noto que desde que entró Pedro Calzadilla al Ministerio de la Cultura (ahora está Fidel Barbarito) hay una atmósfera de conciliación e integración.
-¿Ya puede hablar el dramaturgo de la era Hugo Chávez?
-Estamos muy cerquita del acontecimiento. No veo la distancia suficiente para hacer una valoración, fue algo inesperado. Él no surgió por generación espontánea, fueron muchas razones y yo creo que la Historia se va a encargar de ponerlo todo en su justo lugar. Ojalá sigamos en un camino de evolución para ver si en algún momento dejamos como mayoría de ser hijos que necesitan un papá y seamos adultos que podamos convivir y resolver los problemas en colectivo y tomando en cuenta al otro, pensando en el otro... Estamos en una fase de afirmación, y debemos tenerlo muy claro para querernos como esos adolescentes que somos, porque si hay algo que nos hace falta es querernos como país.
Twitter: @argomezc
Los dramaturgos tienen una sensibilidad especial para acercarse al país y su gente, y Elio Palencia no es la excepción. Desde su primera obra, Detrás de la avenida (1988) hasta Promoción "Honor a mis padres" (2009), aborda problemas con la familia, el padre, la madre, los hijos, la apatía, la desconfianza, el machismo, los conflictos de género, el VIH... Sin embargo, no se considera un intelectual. Que no lo llamen para cambiar el mundo, dice, mas sí para amar un país que según él, está quizás pasando a la adolescencia, con todo lo que esto implica.
-¿Para qué le sirven los premios a un dramaturgo?
-(Silencio).
-Pregunto entonces ¿Qué siente el dramaturgo al ser premiado?
-Siempre es un reconocimiento a un trabajo que uno hace por vocación y por mucha voluntad sobre todo, el tipo de teatro que uno hace, que no tiene aspiraciones más que estéticas, comunicacionales, de cierto riesgo ético, sin aspiraciones económicas. Así que los premios siempre son un estímulo y un compromiso.
-¿Un peso?
-Sí, pero un peso sabroso, sobre todo, porque yo desde que comencé a escribir siempre lo he hecho por una necesidad.
-¿Qué le pasaba por la mente cuando escribió su primera obra de teatro?
-Querer hablarle a mi generación que yo sentía que no estaba en los escenarios... Yo veía las cosas de José Ignacio Cabrujas, Rodolfo Santana, y veía como se dirigían a su generación y cómo por retruque eso lo tocaba a uno, y era una maravilla.
-Vivió 13 años en España (desde 1991) ¿Qué herramientas obtuvo para mirar el país?
-Madrid la veo como otra casa. Allí viví muchas cosas como inmigrante. En España entendí que soy un escritor venezolano y quién es mi público. En principio, yo escribo para la gente de aquí.
-Tierra Santa tiene un planteamiento sobre la paternidad ¿Qué reflexiones le ha generado esa pieza sobre el país? ¿Necesitamos un padre o ya estamos grandecitos?
-Creo que sigue habiendo una necesidad de liderazgos confiables, la mayoría tiene ese deseo. No sé si sea lo más deseable, lo mejor, pero sí creo que eso responde a unos procesos mucho más complejos. La esperanza es que eso cambie no solo aquí sino en otras partes del mundo. Para crecer hay que romper con el padre, pero eso no significa que lo mates literalmente; lo matas simbólicamente, creces, eres un ciudadano, un adulto. Entonces esa adultez sigue siendo una necesidad para todos, adultez como ciudadanos. Somos una sociedad de muchos niños que no respetan al otro, que no lo toman en cuenta, entonces cuando eso sucede -y lo vemos cotidianamente, en muchas cosas, yo no pienso en ti para la cola y me coleo, cosas que uno ve desde que es niño- hay que cambiar con educación. Mientras en la sociedad la mayoría no sea adulta hay necesidad de una figura de autoridad que ponga orden, aunque, repito, no es lo deseable. Lo deseable es que seamos una sociedad de adultos.
-¿Está el artista para cambiar situaciones o para alertar?
-Para muchas cosas, y lo digo humildemente, y depende de cada uno. Yo por ejemplo, no creo que tenga que dar un mensaje. El artista está, primero, para intentar ser libre y dentro de su libertad ejemplificar creativamente con los demás en cuanto a la vida, el transcurrir. Creo que en parte, para dar goce, para hacer sentir que la vida va mucho más allá de cubrir unas necesidades inmediatas (comer, dormir, respirar), para elevar el espíritu también y en mi caso particular, a mi me gusta compartir preguntas más que certezas -que no tengo muchas, la verdad-, y eso lo hago con las herramientas del teatro: personajes, conflicto, acciones y con esa cosa viva de un acto efímero que me gusta mucho desde niño.
-¿Cree que el teatro sea incómodo para el poder?
-Podría ser, pero fíjate tú que eso me suena a veces un poco utópico porque siendo realistas, en Venezuela y el mundo el teatro de arte con cierta voluntad de riesgo no tiene un alcance así de grande, no es tan masivo como para que esa incomodidad sea tan grande, eso es en cierta medida fantasioso y hasta pretencioso. Alguna vez sí lo fue. Lo que tiene el teatro es otra cosa y es que es un reducto del pensamiento de la Humanidad y desde ese punto de vista es una posibilidad de que el hombre se vea, se siga viendo. No creo que eso sea lo que influya en que no tengamos una política.
-¿Ni siquiera las redes sociales y nuevas tecnologías aumentan la escala del teatro?
-Indudablemente aumentan la escala pero no creo que sea tan grande así. Muchos lo quisieran. Una vez estuve en un encuentro en Málaga en el que estuvo José Saramago -un señor del Partido Comunista, con una coherencia y una calidad artística inmensa- y lo primero que él dijo fue: Señores, la literatura no cambia al mundo; lo cambia la televisión. La literatura -y en eso también está el teatro- no tiene ese poder transformador en este momento, ayuda a que el hombre pueda estar sensibilizado y pueda acceder al cambio o cambiar, pero de por sí no lo cambia, es una vía, una herramienta, pero no tiene ese alcance. Y en esto yo creo que lo que sigue para salvar nuestro teatro es el voluntarismo de los que lo hacemos, de Contrajuego, Escena de Caracas, Teatrela, TET... Hay cosas positivas como las funciones a 15 bolívares que permiten que mucha gente se acerque al buen teatro por primera vez.
-¿Escribe una obra de teatro ahora?
-Tengo un proyecto para la televisión digital, una serie para niños, que me tiene muy entusiasmado. Hace 5 años se la mostré a Venevisión y no me paró; hace como un año se la mostré a José Antonio Varela de la Villa del Cine y este mes pasado acaba de salir el presupuesto. Además coordino un teleteatro de 13 emisiones que hace también la Villa para la televisión digital, para el que están convocados dramaturgos de todas las tendencias: César Rojas, Lupe Gehrenbeck, Gennys Pérez, Javier Vidal, Javier Moreno, Mónica Montañés...
-¿Y cómo está el clima político allá adentro? ¿Le está permitido ser crítico con el actual Gobierno?
-Yo jamás he tenido problemas con eso, yo soy y seré muy crítico con el que esté. Noto que desde que entró Pedro Calzadilla al Ministerio de la Cultura (ahora está Fidel Barbarito) hay una atmósfera de conciliación e integración.
-¿Ya puede hablar el dramaturgo de la era Hugo Chávez?
-Estamos muy cerquita del acontecimiento. No veo la distancia suficiente para hacer una valoración, fue algo inesperado. Él no surgió por generación espontánea, fueron muchas razones y yo creo que la Historia se va a encargar de ponerlo todo en su justo lugar. Ojalá sigamos en un camino de evolución para ver si en algún momento dejamos como mayoría de ser hijos que necesitan un papá y seamos adultos que podamos convivir y resolver los problemas en colectivo y tomando en cuenta al otro, pensando en el otro... Estamos en una fase de afirmación, y debemos tenerlo muy claro para querernos como esos adolescentes que somos, porque si hay algo que nos hace falta es querernos como país.
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