Azul y Rojo (2014). Texto: Mireya Tabuas. Color: Patricia Van Dalen.
Forma: Ricardo Báez
Un libro de figuras geométricas que relata de forma colorida un reflejo de
nuestra realidad social actual.
16 x 15 cm, 56pp, rústica ISBN 978-980-6450-52-3
La polarización se combate desde los matices
El ambiente de conflicto puede causarles dolores de cabeza y estómago, pesadillas y problemas de atención a los niños
Sus 10 años de edad no le impiden a Valentina preocuparse por los planes del gobierno nacional de implementar una tarjeta de alimentación. Teme por la dotación de papel higiénico en su casa. Vive en Puerto Ordaz y para llegar a su colegio debe esquivar más de una barricada. Cuando habla con sus familiares expresa curiosidad. Se pregunta las razones para utilizar gases lacrimógenos y sus efectos.
Valentina es víctima de los niveles de tensión que se viven en el país como resultado de la polarización política. María Isabel Parada, fundadora de la organización Psicólogos Sin Fronteras, capítulo Venezuela, señala que para los niños y adolescentes la exposición constante a este tipo de conflictos resulta abrumadora: “Estamos viviendo situaciones de violencia que son muy visibles, y los niños se sensibilizan ante eso, incluso sin que sus padres se den cuenta. Si los más jóvenes están sometidos todo el tiempo a esta tensión puede haber secuelas, pues los niños no cuentan con los recursos para hacerles frente”.
Las consecuencias que menciona la psicóloga incluyen dolores de cabeza y de estómago, pesadillas, fallas de atención, pensamientos repetitivos y reducción del interés en las actividades habituales. También puede haber llanto fácil, dificultades para dormir, sobredemanda de protección o atención, disminución del desempeño escolar y aumento de la agresividad.
Gilberto Aldana, presidente de la Sociedad Venezolana de Psicología de la Salud, afirma que si la polarización se vive en la familia puede resultar incluso más dañina: “Cuando nos referimos a la polarización hay que considerar la influencia de variables que median esta actitud, como los prejuicios y las distorsiones con respecto a la forma en que se mira al otro. Influye la emoción. Si eso ocurre entre mamá y papá o entre hermanos es más complicado porque prevalece la pasión y crea niveles de estrés en los niños que están sometidos a eso”.
Alternativas. La literatura ofrece opciones para ayudarles a comprender a los niños el tema de la polarización desde los matices. El libro infantil Azul y Rojo, escrito por la periodista Mireya Tabuas, explica a los más jóvenes cualquier situación en la que haya dos posturas encontradas. “El texto surgió por mi necesidad de decirle algo al país luego de las elecciones presidenciales de 2013, cuando hubo un auge de la polarización extrema. Creo que hay dos partes del país que no se miran y que si lo hicieran, tal como lo hacen frente a un espejo, se podrían solucionar muchas cosas. Simplemente hay que ponerse en el lugar del otro”, explica Tabuas. La autora espera que el libro pueda ser utilizado en las escuelas como una estrategia didáctica para abordar el tema.
El libro fue editado por Camelia Ediciones y ayer fue presentado en la Feria del Libro Infantil de Bolonia 2014, la más importante del género.
Ricardo Báez y Patricia van Dalen fueron los responsables de las ilustraciones. El primero les dio forma y la segunda aplicó el color.
“Los distintos matices, valores, saturación y mezcla de los rojos y de los azules apuntan a representar la realidad; es decir, a que no todo tiene 100% de algo. Eso es el país a mi juicio: dos convicciones diferentes, no opuestas, con muchas variaciones de intensidad, de luminosidad, de croma. La polarización es una estrategia de quien tiene miedo a llegar a un consenso. Y eso no forma parte del pensamiento de un niño. Al contrario, los niños son en esencia desprejuiciados, filósofos, visionarios”, subrayó Van Dalen.
Baéz indicó que se trató de utilizar un lenguaje lo más neutral posible, que no mostrase ninguna inclinación: “Elegimos las formas geométricas para ir al principio de la percepción visual”.
DosificarPara mitigar el efecto que la polarización tiene en los más jóvenes lo más recomendable es dosificar su exposición a hechos que les puedan causar tensión. María Isabel Parada, fundadora de Psicólogos sin Fronteras Venezuela, recomienda evitar las discusiones sobre esos temas frente a los niños, y en caso de hacerlo mostrar respeto por la postura del contrario. “Hay que tratar de que las discusiones no enrarezcan la atmósfera sana y armoniosa del hogar. No ser agresivos ni hirientes”. La especialista agrega que los más chicos no deben ver programas de televisión que muestren violencia, mantener las rutinas y los momentos de ocio. Si el niño vive una situación traumática, como que lancen una bomba lacrimógena dentro de su apartamento, una vez superado el hecho hay que permitirle expresar lo que piensa, sea de forma oral o dibujando. “Hay que permitirles hacer catarsis y crear empatía con ellos”, señala Parada.
Gilberto Aldana, presidente de la Sociedad Venezolana de Psicología de la Salud, añade que hay darles información para que sepan lo que sucede, pero los padres deben actuar como un muro de contención para mantenerlos tranquilos. Ambos especialistas coinciden en que no es recomendable llevar a los niños a marchas ni a concentraciones.
Merly Paz, madre de dos niñas
“Cerca de casa hubo guarimbas. Tuve que explicarles a mis niñas de 8 y 4 años de edad el porqué del humo y que no se acercaran a las ventanas. En casa hemos prohibido hablar de política. La niña más grande nos ha dicho que en el salón se clasifican según sus preferencias y le hemos aclarado que todos somos iguales”.
“Cerca de casa hubo guarimbas. Tuve que explicarles a mis niñas de 8 y 4 años de edad el porqué del humo y que no se acercaran a las ventanas. En casa hemos prohibido hablar de política. La niña más grande nos ha dicho que en el salón se clasifican según sus preferencias y le hemos aclarado que todos somos iguales”.
Merari Fuentes, estudiante de 16 años de edad
“En el salón todos tenemos la misma posición política. No discutimos entre nosotros, sino con el profesor que tiene una postura contraria. En mi caso, mis padres fueron chavistas hasta 2004 y luego de eso siempre me han explicado las razones por las que dejaron de serlo. Nos sentimos afectados. En la calle no se puede hablar de política por temor a una agresión”
“En el salón todos tenemos la misma posición política. No discutimos entre nosotros, sino con el profesor que tiene una postura contraria. En mi caso, mis padres fueron chavistas hasta 2004 y luego de eso siempre me han explicado las razones por las que dejaron de serlo. Nos sentimos afectados. En la calle no se puede hablar de política por temor a una agresión”
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