Aqui estoy tranquila La danza de las horas llega La danza de la espera sigue. Yo soy la vida.

domingo, 29 de diciembre de 2013

En esa hermosa antología de nuestra Navidad que es El libro de la Navidad venezolana (Fundación para la Cultura Urbana, 2005), de Efraín Subero, se reúne el mayor y más destacado conjunto de piezas poéticas y prosísticas dedicadas a tan significativa fecha del calendario criollo; tiempo de crecimiento espiritual y de unión familiar signados por los anhelos de esperanza y bien.

Navidad poética siglo XIX

En esa hermosa antología de nuestra Navidad que es El libro de la Navidad venezolana (Fundación para la Cultura Urbana, 2005), de Efraín Subero, se reúne el mayor y más destacado conjunto de piezas poéticas y prosísticas dedicadas a tan significativa fecha del calendario criollo; tiempo de crecimiento espiritual y de unión familiar signados por los anhelos de esperanza y bien.

Tres poemas del siglo XIX dan comienzo al festín de palabras y cosas con los que este libro nos ofrece las múltiples y cambiantes visiones de nuestra Navidad. Sus títulos y sus autores protagonizan algunos de los capítulos más memorables de nuestra literatura: "El primer día del año", de Abigaíl Lozano; "El Año Nuevo", de Heraclio Martín de la Guardia; y "28 de diciembre", de Juan Antonio Pérez Bonalde.

El texto de Lozano, padre de nuestro romanticismo poético en compañía de José Antonio Maitín (el bardo doliente del "Canto fúnebre"), escrito en octavas reales y fechado en San Felipe el 1º de enero de 1856, constituye un lamento lastimero por la partida de los amigos, víctimas de la "patria ensangrentada", y una elegía profunda de tono filosófico para preguntarle al año que comienza si traerá esperanza o prosperidad.

Dilema de existencia y religión, la naturaleza nunca pierde el favor divino por más que no siembren o cosechen los pájaros y que los lirios no sepan nada del trabajo campesino. Deseos y peticiones para que el Año Nuevo lo sea en sustento, en alegría y en auspicio. Sus versos quedan grabados por el palpitar de las oraciones sagradas: "Padre. Señor y Rey de cielo y tierra,/ Danos lo que te pide el marinero:/ Brisas para su vela y un lucero/ Que le sirva de norte a su bajel:/ Danos lo que te pide el pajarillo/ Que alegre viaja por el manso viento:/ Musgo para su nido y el sustento/ Para su prole y compañera fiel".

Los dicentes serventesios de Martín de la Guardia, renombrado poeta y académico de fin de siglo, vienen a detallar en lucido desarrollo los ánimos compartidos con la pieza de Lozano. Pura desilusión y pura esperanza marcan el tránsito pendular de los sentimientos que se buscan y no se encuentran.

Lejos de todo pesimismo, implora por redenciones, por honras y por glorias.

Plañe en desconsuelo por la patria secuestrada y agraviada, sino decimonónico de perduración intemporal. Reclama a la historia, entonces, su propia salvación: "Oh si posible fuera que brillaran/ Los pueblos que olvidaron honra y gloria,/ Y con virtud heroica conquistaran/ Otra vez los aplausos de la historia!". Optimista escéptico, el poeta recurre a la esperanza y a la espera en tiempos de tanta espera y esperanza "sin tristes sueños" y de "dormir tranquilos".

Uno y otro, se ve con claridad, entienden la Navidad como espacio para la tristeza más irremediable y como zona de reconocimiento ante la lucha y el triunfo: "Y aunque dudando estoy, el alma espera/ De lejos ver la tierra prometida,/ Pues ¿cuál el premio de la lucha fuera/ Si a ella no va la humanidad caída?".

La Navidad de Pérez Bonalde, el perdurable autor de "Vuelta a la Patria", propondrá otras salidas y encantará otros prados. Unas y otros más cerca de la idea moderna que cada diciembre asume tratos de bondad, inocencia y ligereza; festín y festividad.

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